Teodora, de puta a emperatriz

¿Os acordáis cuando os dije que iba a empezar una nueva sección de ilustres del sexo? Pues lo prometido es deuda y la vamos a inagurar ahora mismo con toda una emperatriz: Teodora, la Emperatriz de Bizancio.

Teodora, nuestra protagonista, nació en torno al año 500 de nuestra era, y digo en torno, porque unos sotienen que fue en el año 500 y otros que en el 502. Su lugar de nacimiento tampoco queda muy claro (me estoy cubriendo de gloria, ¿eh?) porque existen dudas sobre si fue en Siria o Chipre. En lo que no parece haber discusión (¡por fin!) es en su origen humilde, su padre (Acacio) era trabajador en el hipódromo de Constantinopla y su madre era actriz y bailarina, empleos con los que uno no entraba en la lista Forbes de la época y que, además, tampoco estaban demasiado bien vistos en la sociedad.

De niña, ella también actuaba y a la muerte de su padre y en vista de que ya he dicho que la economía del mundo del espectáculo no era (ni es) para tirar cohetes, decidió completar los ingresos con la prostitución. De todas formas, antes de decidir completar la economía familiar de esta manera, Teodora ya se había labrado una buena fama con su espectáculo en el circo, ¿queréis saber cómo? Parece ser que su número más celebrado consistía en tumbarse en el suelo desnuda y cubrirse la entrepierna con granos o frutos para que unos cuantos gansos se pegasen el festín padre mientras ella fingía (o no) un orgasmo. ¿Qué os parece el numerito? Hay que reconocer que la muchacha sabía como llamar la atención.

Entre estas curiosas actuaciones y que la muchacha parece ser que estaba de muy buen ver, aunque por el mosaico de la introducción no lo parezca, Teodora se convirtió en una prostituta bastante cotizada en Constantinopla, por lo que cuando se marchó con su amante a la tierna edad de 16 añitos, me imagino que tuvo que romper más de un corazón por esas tierras que la vieron crecer a ella y a sus gansos.

La historia con su amante no acabó demasiado bien, pero es que si hubiese sido así, no estaríamos refiriéndonos a ella como emperatriz. El caso es que este oficial, su amante, tras unos años de relación, la abandonó dejándola tirada en Egipto. En esas tierras, encontrándose Teodora más sola que la una, tomó contacto con una comunidad monofisita (sostenían que Jesús sólo tiene naturaleza divina y no humana) que la ayudó y la instruyó en la religión.

Esta renovada Teodora volvió a Constantinopla y se puso a trabajar de hilandera, dejando atrás su relación laboral con los gansos. En este retorno, fue cuando conoció a Justiniano, el sobrino del emperador Justino I. Llamadlo amor o encoñamiento, pero Justiniano se prendó tanto de nuestra Teodora que no paró hasta convencer a su tío (el emperador) para que anulase la ley que impedía a los nobles casarse con prostitutas o mujeres de orígenes dudosos y así poder contraer matrimonio con ella, objetivo que consiguió a pesar de las negativas de su tía, supongo que porque aunque ya no estuvieran cometiendo un delito, ser la comidilla del pueblo, no tenía que ser agradable. El caso es que cedieron, y a la muerte de Justino I, su sobrino, nuestro enamorado Justiniano, accedió al trono como Justiniano I el Grande y de esta manera, nuestra protagonista se conviertió en emperatriz.

Teodora fue una mujer muy poderosa e influyente en el Imperio bizantino. A ella se le atribuye la resolución de uno de los momentos más críticos por los que pasó el reinado de ambos como fueron los disturbios de Niká. No quiero entrar mucho en este tema porque en cualquier web encontraréis información más detallada sobre este disturbio y mejor explicada de lo que yo pueda hacerlo, pero por lo menos, para que sepáis de qué trata este asunto, los disturbios de Niká fueron una rebelión popular que asoló la ciudad a base de saqueos e incendios que se prolongaron durante días y que hizo que Justiniano se acojonase tanto como para plantearse poner pies en polvorosa y huir. Parece ser que ella fue la que conservó la cabeza fría y propuso una represión ejemplar que acabase con esa y con cualquier futura rebelión, y por represión ejemplar me refiero a pasar a cuchillo a decenas de miles de personas… Represión que cumplió su cometido, pero claro, visto lo visto, a cualquiera le quedaban ganas de quejarse.

Resolución radical de distubios a parte, Teodora dictó bastantes (y buenas) leyes que aumentaron los derechos de las mujeres y, en especial, de las putas. Algunas de estas medidas fueron: la prohibición de la prostitución forzosa, castigar la violación con la pena de muerte, leyes favorecedoras del divorcio o suavizar las penas contra las mujeres en los casos de adulterio o aborto. No sé si por este tipo de medidas o no, además de ser muy poderosa gozó de bastante popularidad y a su muerte (se supone que de cáncer de mama) la iglesia ortodoxa la elevó a los altares celebrándose su día el 14 de noviembre, justo dos días después de que finalice nuestro sorteo (¡Toma! ¡Como os he «colao», la publi!).

Por último, decir que no me consta que exista documento gráfico del famoso espectáculo de Teodora con los gansos. Se ve, que por lo que sea, en aquella época no eran tanto de hacerse selfies para luego subirlos a Instagram. Pero, como sé que es con lo único que os habéis quedado de toda la historia de nuestra ilustre del sexo, para ayudaros a «superar el morbo», os dejo la obra «Leda y el cisne», una pintura erótica atribuida a Francois Boucher que representa la leyenda griega del mismo nombre y que incluye los elementos básicos que necesitáis para «pasar el morbo»: mujer desnuda, entrepierna receptiva y ave curiosa.