Internet está repleto de artículos y noticias sobre los 5/12/17… afrodisíacos naturales más efectivos. Pero la pregunta es, ¿realmente funcionan los afrodisíacos? ¿Existe algún alimento que nos ponga la libido por las nubes? A riesgo de que os vayáis sin entrar a leer el post, ya os digo que no.
¿Qué son los afrodisíacos?
Son sustancias que (en teoría) aumentan el deseo sexual. Se llaman así por Afrodita, la diosa griega del amor, la belleza y la sexualidad. Y no sé exactamente cómo se clasifican, pero yo las voy a dividir en sustancias naturales o elaboradas.
Afrodisíacos elaborados
Yo metería aquí a todo fármaco o sustancia artificialmente fabricada. Cualquier producto elaborado a partir de afrodisíacos naturales u otras sustancias químicas que sirven para aumentar la dopamina, testosterona, estrógenos, que son vasodilatadores… Pero no, no me refiero al sildenafil, a la viagra.
La viagra es un medicamento que lo que consigue es que la sangre circule mejor y permita una mayor afluencia de sangre a los cuerpos cavernosos del pene, facilitando así una erección. Digamos que es una solución farmacéutica para un desorden físico: la disfunción eréctil. Este fármaco potencia y mantiene la erección por más tiempo, pero no la inicia. No tiene nada que ver con el deseo sexual.
Cuando hablo de afrodisíacos elaborados, me refiero más bien a todos esos productos que podemos encontrar en tiendas eróticas, farmacias/parafarmacias o herbolarios en formato de pastillas o jarabes y que son una mezcla de distintas «sustancias afrodisíacas»: ginseng, taurina, extracto de raíz de esto y de aquello…
Afrodisíacos naturales
Aquí estarían todos esos alimentos u objetos que contienen de manera natural esas propiedades que, en teoría, nos encienden la «chispa libidinosa». El ejemplo clásico sería el chocolate. El chocolate contiene feniletilamina, una sustancia (que también produce nuestro cerebro) que se ha demostrado que nos provoca una sensación de bienestar y que se relaciona con el amor.
Dentro de esta categoría también incluiría aquellos alimentos u objetos que son afrodisíacos por asociación. Es decir, no porque en sí mismo lo sean, porque contengan alguna propiedad químicamente excitante, si no que porque su apariencia se asemeja, normalmente, a los órganos sexuales y eso nos dispara la imaginación lujuriosa. Por ejemplo, los plátanos, papayas, ostras…
Aunque los haya dividido en dos, naturales o por asociación, ambas categorías no son excluyentes. Las ostras las he puesto como ejemplo de afrodisíaco por asociación, pero también son consideradas un afrodisíaco natural por su alto contenido en zinc. Un oligoelemento que, supuestamente, favorece la formación de hormonas sexuales.
Por último, en este grupo también se encontrarían los afrodisíacos tradicionales o «guarrindongás» varias. Me refiero a todos esos alimentos, plantas u objetos a los que tradicionalmente se les ha atribuido poderes vigorizantes. Estos pueden ir desde alimentos más o menos apetecibles como el guaraná, el ginseng, el marisco, el cacao… hasta las «guarrindongás» más variopintas como la mosca española, la sopa de nido de golondrinas o el balut, que para quien no lo sepa, es un huevo de pato con embrión que se cuece y se come.
¿Funcionan los afrodisíacos?
Esa sería la pregunta del millón. ¿Alguna de estas sustancias está a la altura de tal deidad? ¿Cumple lo que promete? Mi respuesta sería: No, por sí mismos, no.
Porque más que las propiedades o niveles altos en esto o lo otro que puedan contener, lo importante son los efectos que nosotros les atribuimos. Digamos que tienen un efecto placebo. Esos efectos, más que por el alimento en sí, vienen dados por la compañía, por la situación en la que nos encontramos o por lo hemos imaginado que va a pasar cuando cenemos tal o cual manjar con esa persona que, ya de por sí, algo nos pone.
Vamos, que más que el contenido, el alimento, lo importante es el continente, todo lo que envuelve a ese afrodisíaco. Veámoslo con un ejemplo.
Lo importante es el continente, no el contenido
Pensemos en las típicas celebraciones de comunión. En estos convites, la comida suele estar regada con bastante vino, un desinhibidor, el marisco es uno de los habituales de la mesa y de postre no es raro que nos sirvan algún pastel o tarta elaborada con chocolate. Es decir, que tenemos afrodisíacos suficientes como para que aquello acabe en orgía. ¿Por qué no es así? Porque la situación no invita a ello. Porque no hay toneladas de marisco suficiente que nos hagan olvidar la imagen de ver a nuestro tío (cuñao, primo, familiar «gracioso») borracho bailando el «trá-trá» de Rosalía con la corbata en la cabeza. ¿O no?
Ahora imaginad que ese mismo vino, ese marisco y ese pastel o tarta nos lo estamos tomando con nuestra pareja o esa persona que nos gusta en un reservado de un restaurante o en la habitación del Zouk Hotel. ¿Cómo pensáis que va a acabar esa velada? ¿Y por qué? Porque no tiene nada que ver una situación con la otra. La situación, la compañía, nuestra predisposición, la de horas (o días) que llevamos esperando ese momento, la de cosas que hemos imaginado que sucederán… Eso es realmente lo que nos activa.
En resumen
No seré yo la que os diga que comer chocolate no es placentero o que no nos hace sentir mejor cuando estamos de bajona. Ni que cualquiera de estos alimentos, quitando las guarrindongadas varias, nos haga sentir bien y que cuando las compartimos en buena compañía, ese placer se multiplica. Pero recordemos eso, que se multiplica por la compañía, la situación… no porque sea un afrodisíaco. Porque cuando quedamos a comer/cenar con alguien, el deseo nos lo llevamos ya de casa, no nos lo encontramos en un plato.
Carla Mila dice
Después de leer mucho sobre el tema, y tal como corroboras en tu excelente post, para mi los alimentos afródisiacos es pura ficción.
Pero como la mente humana quiere creer que si lo son, pues de ahí se pueden derivar muchas consecuencias.
¿Por qué ostras y no aceitunas? ¿No será que hay una parte del cerebro que relaciona lo caro con lo «bueno»? Pero de que sean supuestamente afródiacos, a que levante más que pasiones, hay todo un mundo.
Una semana más, gracias por compartir.
Feliz semana!!!!
Carla Mila
http://www.carlamila.es
Maryasexora dice
Creo que el poder de estos productos está en el que le otorgamos nosotros mismos. No hay nada milagroso, todo depende de nosotros.
Feliz semana.
Besicos.
Ester Álvarez G. dice
Gran tema de debate este que nos traes hoy. Sin duda el cerebro tiene un poder inigualable en cuestión de afrodisíacos… 😉
Besitoss 🙂
Maryasexora dice
Efectivamente. Creo que más que el producto en sí, lo importante es el poder que le otorgamos nosotros.
Gracias por la visita.
Besicos.