Infidelidades siempre ha habido y habrá y ni los dioses se salvan de ello. En esta nueva entrada de Sexo divino hablamos del mito de Afrodita y Ares, una historia de infidelidad divina.
Aunque esta historia se conoce como el mito de Afrodita y Ares, falta un tercero en discordia: Hefesto. Y como es el menos conocido de la historia, vamos a empezar hablando de él.
Hefesto
Si Afrodita era la diosa de la belleza, Hefesto era todo lo contrario.
Para que os hagáis una idea de «su belleza», se dice, se cuenta, se rumorea, que su madre, la mismísima Hera, cuando le vio por primera vez, se quedó tan impactada por su deformidad que le arrojó del Olimpo.
Otras fuentes, en cambio, dicen que quien le arrojó del Olimpo fue su padre, Zeus, por ponerse del lado de su madre en una de sus múltiples peleas conyugales.
Ya otra vez que quise defenderte me asió por el pie y me arrojó de los divinos umbrales. Todo el día fui rodando y a la puesta del sol caí en Lemnos.
Homero. La Ilíada. Canto I.
Fuese el progenitor que fuese, el caso es que el pobre salió del Olimpo por los aires, y no precisamente en volandas. Como consecuencia de esta abrupta salida, Hefesto se rompió las piernas y se quedó cojo. También os digo que poca escabechina me parece para el golpetazo que se tuvo que pegar el muchacho.
Al caer, lo hizo cerca de la isla griega de Lemnos. En esta isla volcánica le criaron y le enseñaron la forja. Por eso Hefesto es el dios del fuego y en la mitología romana se le conoce como Vulcano.
Afrodita y Hefesto
Vete tú a saber por qué, Hefesto creció guardando cierto resquemor hacia sus progenitores. Así que mientras aprendía a manejar la forja, iba maquinando su venganza, y cuando se convirtió en un maestro artesano, la ejecutó.
Como tenía cierto renombre y realmente era muy bueno, trabajo no le faltaba. Incluso algunos dioses le encargaron la construcción de sus tronos, pero en ningún encargo puso tanto «cariño» como puso al de su madre Hera.
En cuanto Hera se sentó en el trono que hizo su hijo, se quedó atrapada por él. Literalmente. Hefesto había desarrollado un sistema para inmovilizar a Hera en el trono.
Cuando su padre Zeus y los demás dioses le pidieron que liberara a su madre, él se negó diciendo que no tenía madre.
Se puso tan cabezón que hubo que llamar a Dionisio para que le llevara de borrachera y ver si así se le ablandaba el corazón un poquito.
No sé si en plena fase de exaltación de la amistad o no, pero el caso es que al final Hefesto cedió y soltó a su madre. Aunque antes, como condición, exigió poder casarse con Afrodita.
Borracho sí, tonto no.
Cuando Líber Pater lo condujo borracho a la asamblea de los dioses, Vulcano no pudo negarse al deber de piedad. En ese momento recibió de Júpiter la posibilidad de conseguir cualquier cosa que les solicitara.
Higinio. fábulas.CLXVI. ERICTONIO.
Y de esta forma tan romántica y nada coercitiva es como Afrodita y Hefesto se casaron. Como os podéis imaginar, Afrodita estaba entusiasmadísima con su matrimonio. Por eso no es de extrañar que en cuanto Ares, y cualquiera que se pusiera por el camino, le empezaron a poner ojitos, Afrodita se dejó llevar por la tentación.
Afrodita y Ares
A ver, a estas alturas ya deberíamos saber que el folleteo entre dioses era deporte celestial en el Olimpo y, además, Hefesto sabía perfectamente con quién se casaba y de qué modo consiguió casarse. Pero aún así, cuando Helios, el dios del sol, le contó a Hefesto que había visto a su querida esposa darlo todo con Ares en su propio lecho conyugal, a él le sentó un poquito mal.
Y es que Hefesto estaba realmente enamorado de Afrodita, pero el único fuego que ardía en esa relación era el de la fragua donde pasaba las noches Hefesto creando joyas para su esposa. Joyas como, por ejemplo, un cinturón que la hacía más irresistible (aún) a los hombres. Si que le gustaba jugar con fuego al muchacho…
El caso es que como Hefesto era muy de venganza, tejió una red irrompible y la colocó sobre la cama para atrapar a la pareja divina in fraganti. No contento con eso, llamó a los dioses para que comprobaran el ultraje que estaba sufriendo y, ya que estábamos, exigir una compensación por ello. Mucho dios del Olimpo pero la pela es la pela.
«…Mas no espero que les dure el yacer de este modo, ni siquiera breves instantes, aunque mucho se amen: pronto querrán entrambos no dormir, pero los engañosos lazos los sujetarán hasta que el padre me restituya íntegra la dote que le entregué por su hija desvergonzada. Que ésta es hermosa, pero no sabe contenerse.»
Homero. la odisea. canto viii.
Al final, gracias a la intervención de Poseidón, la pareja de amantes fue liberada por Hefesto tras prometer que no volverían a verse. Promesa que duró lo que tardaron en salir por la puerta.
Afrodita, Ares y el canto del gallo
¿Por qué os he contado esta historia? Pues a parte de por el salseo divino, porque en un principio yo pensaba que este mito era el que explicaba por qué los gallos cantan al amanecer. Que tampoco es que sea un dato que os aporte mucho, pero que siempre viene bien soltar en alguna reunión familiar.
Pero resulta que el origen (supuestamente mitológico) de esta explicación es apócrifo. Vaya, que alguien se la sacó de la manga bastante después y que no tiene nada que ver con el mito o las fuentes clásicas. Aunque ya que estamos, pues os la cuento y que por lo menos sepáis de dónde sale.
Luciano de Samosata, en su obra El sueño o El gallo, narra que Ares tenía un amigo llamado Alectrión. Él era el encargado de vigilar y avisar de la llegada de Helios, el sol, para que no pillase a la pareja de enamorados. Pero un día Alectrión se quedó dormido y entonces fue cuando Helios descubrió todo el pastel y se lo contó al cornudo de Hefesto.
Ares, como castigo por su descuido, convirtió a su amigo en un gallo. El pobre, intentando que algún día le perdone su viejo amigo, canta todos los días antes de que salga el sol.
Atribuciones:
La imagen de portada pertence a Wellcome Images y se reproduce bajo licencia CC BY 4.0.
Fuentes:
- Homero. La Odisea.
- Homero. La Iliada.
- Higino. Fábulas.
- Luciano de Samosata. Le Songe ou le cog.
- www.lienzos.blogspot.com
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