Ya sé que no suena muy apetecible un post sobre el amor en la posguerra (es decir, después de la Guerra Civil Española que acabó en 1939), pero ya sabéis como soy, me gusta daros una de cal y otra de arena: Posts ligeritos sobre juguetes sexuales mezclados con otros con un poco de historia y unas cuantas reflexiones. Y esta semana toca historia y reflexiones.
Y, ¿a qué viene esto de hablar del amor en la posguerra? Que a mí me suena un poco a telenovela de media tarde titulada El amor en tiempos de posguerra. Pero no, no es que me haya tragado uno de estos culebrones este verano y os lo quiera destripar. Lo que sí he podido hacer este año en mis vacaciones ha sido leer. Uno de los libros que han caído en mis manos ha sido: Usos amorosos en la posguerra española de Carmen Martín Gaite. Ensayo del que ya os he hablado en la sección de libros del blog.
En este ensayo se hace un repaso a los usos y costumbres que hombres y mujeres de aquellos años tuvieron que sobrellevar de la mejor manera posible. Como ya os comenté, al finalizarlo, me dejó un regusto agridulce porque aunque me reí con las escenas de cortejo o con los consultorios de revistas que ejemplifican en el libro, al final me dio la sensación de que tampoco hemos avanzado mucho (en 70 añazos) en esto del amor y las relaciones sentimentales. Veamos algunos ejemplos.
Solteras posguerra vs solteras siglo XXI
Simplificando mucho, se puede decir que había tres motivos por los que una «mujer en edad casadera» decidía quedarse soltera en aquellos tiempos: llamada de Dios, descisión propia o guardar luto para siempre. En función de esos motivos, la soltería gozaba de cierto respeto o no. Más o menos, como ocurre hoy en día.
- Ser monja. Decidir emprender este camino era uno de los motivos más honorables. La muchacha podría tener a medio pueblo a sus pies, incluso tener novio formal, pero si en un momento dado recibía la llamada de Dios, se acabó. Xontra eso nada ni nadie podía competir. Se asumía y se consideraba todo un honor tener un familiar con tan «buena cobertura». ¿Qué ocurre hoy en día? Que sigue siendo una decisión muy bien considerada, nadie la cuestiona. Se puede compartir más o menos ese sentimiento religioso, pero desde luego, la monja no es juzgada o presionada para que se case como Dios manda, quizás, porque ella ya se «ha casado con Dios».
- Guardar luto. Ser viuda de guerra y no querer volver a casarse nunca más era una especie de acto heroico: Una mujer sola en esos años tan duros, sin un hombre a su lado… pobrecita. Por ese mismo sentimiento de pena, tampoco se veía con malos ojos si la mujer decidía comenzar una nueva relación, eso sí, siempre que hubiera pasado un tiempo de duelo prudencial. Hoy en día se sigue respetando esa decisión. Nadie en una boda asaltará a una viuda con la dichosa pregunta: ¿y tú para cuándo? De la misma manera, nadie la juzga si decide iniciar una nueva relación porque, tal vez, en el inconsciente social se sigue manteniendo esa idea de: una mujer sola, tal y como está la vida hoy en día, sin un hombre a su lado… pobrecita.
- Decisión propia. Lo que se conocía antes y ahora por «solterona». Como os podéis imaginar este motivo era y es el menos respetado, el que más crítica, presiones y chascarrillos genera: ¿y tú para cuándo?, se te va a pasar el arroz, si no tiene novio será por algo, con ese carácter cualquiera la aguanta… Es como si decidiera ir contra natura y por eso hay que buscar una alternativa socialmente aceptable ante tal aberrante decisión y de ahí, creo, surgen las críticas. No es que la chica en cuestión no quiera casarse, algo inconcebible, es que no puede (algo asumible socialmente), porque es una intransigente, inconformista, inaguantable, insoportable… todo amor, vamos.
Resumiendo y para que nos entendamos todos: la idea es que tienes que pasar por el aro del matrimonio (divino/humano) sí o sí, y si no lo haces no es porque no quieras, sino porque no puedes o algo te pasa. En ese «te pasa algo» se incluye la casposa teoría del lesbianismo: No será lesbiana, ¿no?. Es cierto que en aquellos años que dos homosexuales se casaran era impensable, por suerte, hoy es algo que está bastante normalizado y, por ello, no voy a perder más tiempo en este sinsentido de argumento. Y si alguien quiere seguir por este camino:
Educación niños y niñas posguerra vs siglo XXI
Aquí, aunque hemos avanzado bastante, seguimos arrastrando viejos estereotipos. Es cierto que ya no se separa a niñas y niños en distintas clases o, por lo menos, esa ya no es la norma. Hay que recordar que todavía hay colegios en los que esa política educativa se mantiene. Y aunque a las niñas ya no se les enseña a coser en clase para que sean unas buenas amas de casa (¡como está «mandao»!), sí que se les siguen regalando muñecas y cocinitas para que jueguen «a las mamás».
No estoy diciendo en ningún momento que sea malo que las niñas jueguen con una cocinita. El problema viene cuando esa niña prefiere jugar a las chapas o a la pelota antes que con su muñeca y no se le deja porque «eso no es para niñas». No es para niñas, ¿por qué? ¿Porque cuando sea mayor no va a saber cuidar de su bebé?, ¿no se le va a desarrollar su instinto maternal?, ¿no va a querer cocinar?
Ellas no pueden jugar al fútbol porque es cosa de chicos. Traducción libre: no puede jugar a la pelota porque no se va a ganar la vida con ello siendo mujer, eso es cosa de niños. Él, en cambio, a lo mejor puede llegar a ser un jugador profesional y sacarnos de pobres. Es decir, como ella se va a comer los mocos si sigue queriendo dar patadas a la pelotita, será mejor que la reconduzcamos por el buen camino: que peine a su muñeca, la vista, le haga ropa… Ese tipos de cosas que se supone que le serán más utiles en el futuro.
Antes de que alguien me venga con la milonga de machismo/feminismo o de que ya está aquí la lista que todo lo sabe y que quiere imponer su criterio sobre con lo que debe o no jugar a un niño, quiero aclarar que el único motivo por el que he puesto este ejemplo es por puro trauma personal infantil. Yo fui una de esas niñas a las que se le negó jugar a la pelota porque eso no era para niñas. Simplemente quiero resaltar algo que me parece evidente: hay que dejar que los niños jueguen a lo que quieran porque nuestros miedos sobre lo que debe ser lo correcto o no, son eso, NUESTROS, no suyos. No creemos problemas donde no los hay. No hay juguetes o juegos para niños o niñas, hay juguetes con los que jugar, punto.
¿Qué quiero decir? ¿A dónde quiero llegar con este desahogo personal? Pues que una niña no va a ser diseñadora de moda porque le haga ropita a su muñeca (yo se la hacía, porque también me gustaba, a los Pin y Pon) ni va a ser un «marimacho» por jugar al fútbol. Como tampoco un niño va a ser futbolista profesional por mucho que juegue al fútbol si es un paquete, ni va a ser menos macho alfa por jugar a las cocinitas. Lo único que se consigue prohibiéndoles jugar a lo que quieran es frustración. Frustación por no poder hacer algo que quieren por un motivo que no entienden: no es para niños/niñas.
Estereotipo del amor en la posguerra vs siglo XXI
Y aquí, señoras y señores, es donde yo creo que no hemos avanzado nada de nada. Tanto en los años 40 como hoy en día, lo que se nos está vendiendo como «amor canalla» tanto en películas, series, novelas… es lo de siempre: chico malote/conflictivo porque el mundo le ha hecho así y que está deseando conocer a esa buena/casta/pura chica que le saque de ese lado oscuro.
Podemos coger una película «romántica» de los años 40 y una recién estrenada en el cine y el fondo argumental es el mismo. Seguramente las preocupaciones o conflictos de un chaval de aquellos años no sean los mismos que los de hoy en día, pero la idea es la misma: la chica buena se enamora del chico malo al que redime tras superar una serie de contratiempos, para al final ser felices y comer perdices. ¿Cuántas películas/series así os vienen a la cabeza? Unas cuantas, ¿verdad?
Aunque no seamos muy conscientes de ello, se nos sigue inculcando esa idea de que la mujer debe estar ahí, al pie del cañón, pase lo que pase, porque él va a cambiar, porque él no es malo, sólo necesita una buena chica le indique el buen camino. Sólo quiero que reflexionéis unos segundos y que veais que a pesar de los años, en el fondo, no es más ni menos que esa idea de amor rancio que les vendían a nuestras madres o abuelas: no desesperes, aguanta porque ese malote/chulo/mujeriego cuando se enamore de ti, será un gran padre de familia.
Luego, por supuesto, está la otra versión del «amor romántico». Esa en la que debes encontrar a tu media naranja para poder ser una naranja entera, un ser completo. Esa necesidad de búsqueda de otra persona con la que poder compartir el resto de tu vida y sin la cual no eres nadie. El guión suele ser algo así: chica majísima que se siente sola/deprimida/rozando la amargura porque no tiene un hombre a su lado, hasta que por casualidad, cuando menos lo espera, encuentra a su «príncipe azul». Tras una serie de malentendidos sin maldad ninguna, al final acaban juntos, felices y vomitando arcoiris de colores. Si notáis un poco de inquina en este párrafo es porque lo hay.
No me gustan las cosas que se hacen con la idea de adoctrinar y este tipo de películas/series/novelas están pensadas para eso, para vender ese «amor romántico» como el amor verdadero. Para crearte la angustia de que si no sientes todo lo que le está pasando a la protagonista, es porque tú aún no te has enamorado de verdad. No me gusta que me introduzcan pájaros en la cabeza o que me digan lo que debo sentir y cómo lo debo sentir.
Pero bueno, esa es mi opinión y todos hemos visto este tipo de películas y las seguiremos viendo, porque no dejan de ser un producto de entretenimiento. Lo único que quiero recordar, es que de la misma manera que podemos llegar a ver los Vengadores y no salir del cine creyendo que existen (¡oh, sorpresa!), no compremos tampoco esta idea de «amor único y verdadero». Recordemos que no todo lo que sale por la tele/cine tiene que ser verdad. Esto que dicho así y con el ejemplo de los Vengadores parece muy claro y evidente, pero lo solemos olvidar rápidamente cuando se habla del amor.
Bueno, creo que por hoy doy por finalizadas mis reflexiones porque ya os he dado bastante el castañazo. Como siempre, espero vuestros comentarios y así poder comprobar si todo esto que os he soltado os parece que tiene algún tipo de sentido o pensáis que estos cambios de temperatura me han afectado demasiado a la cabeza y ya desvarío.
MARIA DEL MAR dice
Buenos días,
Me ha encantado tu reflexión ,es tal cual .
Te comparto y creo espacio en el blog de Tuppersexandalucia para lo que necesites.
Un saludo
Maria del Mar
Tuppersexandalucia@gmail.com
Maryasexora dice
Muchas gracias por la visita y por tus palabras Mª del Mar. Bueno, por lo menos ya sé que alguien comparte mi reflexión y no estoy desvariando ya, jajaja
Un saludo
GatunaOnFire dice
No podemos hablar lenguaje más común.
Cuando yo era una quinceañera, solía chinchar a mi abuela diciéndole que yo iba a ser madre soltera. No quería estar casada, pero sí ser madre. Mi pobre abuelilla se cogía unos berrinches…, supongo que morirse 3 días antes de mi boda, fue un justo castigo…
Lo gracioso es que mi madre es hija natural. Mi abuela era viuda de guerra y la exigua paga servía para comer algo, así que no se casó con mi abuelo hasta que mi madre tuvo unos añitos…
Esas moralidades a la carta (bueno para mi abuela, malo para mí) es de lo que más me fascina del mundo femenino, porque lo imponemos nosotras. Los hombres solo asienten.
Y, por último, que vaya rollo estoy soltando, a mí tampoco me dejaron hacer clases de manualidades en el cole. Me enseñaron a hacer vainicas. Y como la liaba siempre (muahahahaha) me las cosía mi madre para evitar disgustos.
Ah, se me olvidaba. Culpable, señoría. Yo también pensaba que el amor era para toda la vida. Afortunadamente, aprendí la lección a tiempo…
Maryasexora dice
Mi abuela, la que vivía en el pueblo, también se pillaba buenos berrinches cuando se hablaba de tener hijos sin casarse… Entiendo que eran otros tiempos y otra mentalidad, además, era mi abuela y no me voy a meter con ella (¡faltaría más!). Lo que me sorprende es que esa mentalidad de señora de pueblo, se siga manteniendo hoy en día. Me sorprende y preocupa que ciertos topicazos y presiones sociales sigan sin cambiar un ápice pasados tantos años.
El amor puede ser para toda la vida o no. El problema, es que esa opción del no es la que te esconden en los mejores casos o la que te venden como fracaso (en los peores casos).
Y nada, me parece que maravillo que te explayes todo lo que quieras que para eso también está el blog. No voy a ser la única que se desahogue, ¿no?
Besicos
Holden dice
Venga, voy a mojarme en el tema en que quizá tenga algo más de conocimientos. Estoy de acuerdo con lo que dices ya que todo tiene mucha lógica y está bastante razonado no obstante, en lo del cine mi opinión difiere un poquito a la tuya en lo tocante a los clichés rancios de la post-guerra. Quizá por que no hayamos visto las mismas pelis, claro, así que me animo a dejarte un título de una peli de amor que no tiene nada que ver con chico duro canalla es salvado de la mala vida por una mujer que es un 10 al pie del cañón: ‘Un a historia diferente’.
De todos modos tienes razón: las cosas no han cambiado tanto, y por eso es verdad que desahogos como el que acabas de tener son necesarios ^o^
Maryasexora dice
Los clichés son los clichés y hay cosas que son difíciles de cambiar y el estereotipo de peli romanticona es un ejemplo. Pero también te digo que hablo de forma general, no todo se reduce a lo mismo y dentro del género, hay excepciones, por supuesto.
Gracias por el apunte y tomo nota de la película.
Besicos