Antes de explayarme a gusto, tengo que aclarar que el concepto de «educastración» no es mío, si no de Carlos San Martín, tutor de mis prácticas en la Fundación Sexpol. Utilizo esta palabra, porque me encanta y porque describe perfectamente la hipócrita sociedad en la que vivimos.
Por si no lo sabéis, normalmente, en todos los periódicos de tirada nacional suele haber una sección de sexualidad, normalmente blogs en los que tratan diversos temas relacionados con el sexo. Por ejemplo, en El País está el blog de Eros, en El Mundo es La Cama de Pandora y en el ABC su «Aula de sexualidad» (sección ya no disponible). Bien, recomiendo la visita a los dos primeros y sobre el tercero… he dudado hasta de poner el enlace para evitar que alguna alma perdida vea eso. Al final, lo he puesto para que podáis leer un ejemplo claro de como no tiene que ser una educación sexual.
Aulas de educastración
Me dio verdadera vergüenza leer algunos artículos, aunque tengo que reconocer que no leí muchos por miedo a que me diese una úlcera o algo así de la mala leche que me estaba poniendo. Leí lo justo para darme cuenta de qué pie cojean. Porque una cosa es enseñar, divulgar conocimientos, y otra muy distinta es imponer una opinión o forma de vida. Sobre todo si ello implica represión, inculcar miedo de no estar haciendo algo bueno, vergüenza por hacer algo malo… En fin, todas esas ideas casposas que tan arraigadas estaban en mi más tierna infancia, a pesar de no ser tan mayor, que aún soy una chicuela (¿eso se seguirá diciendo?).
Cuando yo estudiaba no existía nada parecido a la educación sexual salvo el típico tema de biología, sobre ovulación, aparato reproductor masculino/femenino, reproducción… Es más, recuerdo que la primera vez que vimos ese tema en el colegio, el profesor estaba tan nervioso y apurado que casi se quema la corbata (en esa época aún se podía fumar en clase). Bueno, yo pensaba que ese pudor, reticencia o como queráis decirlo se había superado, pero veo con tristeza que no ha sido así.
Creo recordar que ya hablé de la falta de educación sexual, y también comentaba que es curioso como podemos pasarnos vídeos, fotos de alto contenido sexual, sin ningún tipo de problema, pero cuando hay que ponerse serio, ponerse delante de tu hijo/a y hablar de como tener sexo seguro y las consecuencias de no no ser responsables, ahí ya entra el canguelo, la vergüenza y se pasa el marrón a un tercero etéreo, que puede ser un libro, un programa de radio, un podcast, un blog, Wikipedia… con la esperanza de que sean autodidactas y aprendan solos.
De esa manera aprendí yo, pero tuve suerte y encontré buenas fuentes, fuentes que enseñaban de forma sencilla, clara, amena, sin prohibir, sin inculcar ese miedo al castigo por poder estar haciendo «algo malo». ¿Qué pasa si hubiese dado con alguna represora «aula de sexualidad»? Pues que hubiese estado jodida, cargada de culpa y mentalizándome para pasarme la eternidad consumiéndome en un fuego infernal. Muy fresquito todo, bueno, todo salvo lo del Infierno.
¡Señores! Que educar significa divulgar, difundir, enseñar… NO reprimir, prohibir, amenazar… Que hablar de sexualidad, tampoco es enseñar pollas y coños, ¡NO! No se confundan, que se puede hablar de sexo desde el respeto y sin ofender a nadie. Desde luego que hay que hablar de ello de forma cercana, campechana, divertida… pero sin la necesidad de ser chabacano, grosero. Que aquí no gana el más bruto y el que la tenga más larga, que se trata de enseñar, de formar a los demás para que no cometan errores, para que no contraigan enfermedades…
Todo se puede hablar, todo se puede enseñar, pero desde el respeto y SIN represión, ¡¡por favor!!
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