El Santo Prepucio es una de las reliquias que más controversia y discusiones teológicas ha generado en el cristianismo. ¿Por qué? y sobre todo, ¿qué tiene que ver Saturno con el prepucio de Jesús? Pues os lo cuento en seguida, aunque con ello me juegue la excomunión.
¿Por qué dedicarle un post a un prepucio?
Lo primero porque no se trata de un prepucio cualquiera. Vamos a hablar del prepucio del mismísimo Jesucristo. Ahí es nada. Lo segundo, porque como ya os dije, me parece una historia de lo más disparatada y divertida sobre la que se puede debatir en teología. Tercero, porque, seamos sinceros, no me digáis que no os da morbazo que hablemos de la piel que recubrió el pene de Jesús.
Aquí a más de uno se le acaba de poner la piel de gallina ahora mismo. Otros, en cambio, están mirando como excomulgarme en estos momentos, incluida mi madre.
Por cierto, ya que estamos, aprovecho la ocasión para saludar a mis queridos haters ultracatólicos que se suelen rasgar las vestiduras cuando toco temas bíblicos y que tanto odian mi querida sección de Sexo Divino. Continuemos.
El cuarto motivo, pero no por ello menos importante: porque cuando alguien tiene un blog escribe de lo que le sale de los huevos u ovarios. ¿Necesitáis más excusas? ¿No, verdad? Pues comencemos.
¿Qué es el Santo Prepucio?
Por si alguien no lo sabe, el prepucio es un pliegue de tejido que cubre y protege el glande y el meato urinario. Como podéis ver, hasta aquí, el prepucio no tiene nada de especial. Es una parte más de la anatomía genital masculina. Pero la cosa cambia cuando el prepucio del que hablamos es de Jesús de Nazaret. Ahí es cuando se convierte en el Santo Prepucio.
La circuncisión de Jesús
Este pliegue se puede cortar, a través de una intervención quirúrgica denominada circuncisión, por distintos motivos. A saber:
- Sanitarios. Por ejemplo, cuando el prepucio es tan estrecho que no deja deslizar o salir al glande. Lo que se conoce como fimosis.
- Culturales. Ya sea como parte de un rito de paso de la niñez a la adultez o por simple tradición cultural.
- Religiosos. En el judaismo, el ritual de la circuncisión es un acto de iniciación que se realiza al octavo día de nacer el varón como símbolo del pacto entre Dios y Abraham. «Os circuncidaréis la carne del prepucio, y eso será la señal de la alianza entre yo y vosotros. A los ocho días será circuncidado entre vosotros todo varón, de generación en generación, tanto el nacido en casa como el comprado con dinero a cualquier extraño que no sea de tu raza. Deben ser circuncidados el nacido en tu casa y el comprado con tu dinero, de modo que mi alianza esté en vuestra carne como alianza eterna.». La Torah, Génesis 17:11-13.
(Si sois un poco aprensivos, saltaros la siguiente ilustración).
Si hemos dicho que los judíos realizan la circuncisión a los pocos días de nacer como símbolo del pacto entre Dios y Abraham, Jesús, como judío que era, no se libró de que le circuncidaran al octavo día. Y esta historia se hubiera acabado aquí si hubiera sido un prepucio más. Pero claro, no lo era. Y el meollo del asunto es: ¿qué pasó con ese prepucio?
El periplo del Santo Prepucio
El Evangelio Árabe de la infancia, aunque apócrifo (es decir, no válido para la Iglesia Romana), narra la circuncisión. Según este texto, una anciana israelita fue la encargada de realizar la circuncisión y de guardar el pellejo «en una redomita de aceite de nardo viejo». El tarro se lo entregó a su hijo con la advertencia de que lo guardara y no lo vendiera. Pero el hijo, como buen comerciante que era, perfumista para ser exactos, olió el negocio a leguas y se pasó por el forro las palabras de la madre. Y, ¿a que no sabéis en manos de quién acaba el prepucio? De la mismísima María Magdalena.
Según este mismo evangelio, María Magdalena lo compró. Según la leyenda, San Juan Bautista se lo entregó a ella. El caso es que acabó en sus manos y con ello fue con lo que ungió a Jesús. Juan 12:1-8.
Pero a partir de este hecho, se le pierde la pista durante siglos hasta reaparecer como reliquia en la Edad Media.
La reliquia del Santo Prepucio
Las reliquias han sido el gran negocio de la Iglesia católica durante siglos. Una reliquia no es más que una parte del cuerpo de un Santo o un objeto que pudiera haber estado en contacto con él y que es considerado digno de veneración.
No todas las reliquias tienen el mismo valor, digamos que algunas tienen más caché que otras. Las más mejores son las que guardan relación directa con Jesús por aquello de que él es el protagonista de toda esta historia. Ya sabéis, oferta y demanda. Por tanto, tener algo, encima en este caso algo orgánico, que pudiera pertenecer a Jesús, era lo más de lo más.
El caso es que el prepucio vuelve a reaparecer en la historia por arte de magia, más que nada porque dicen que se lo entregó un ángel a Carlomagno. Aunque otra teoría más terrenal sostiene que Irene de Bizancio se lo entregó como regalo de boda a Carlomagno. Se ve que pasados unos años, Carlomagno se cansa de contemplar el Santo Prepucio y lo dona a la Abadía de Charroux.
Y una vez más, se le vuelve a perder la pista a esta reliquia y comienzan a surgir santos prepucios hasta de debajo de las piedras. En concreto, 14 diferentes repartidos a lo largo de toda Europa. Incluida España que tenía su Santo Prepucio en la catedral de Santiago de Compostela.
El periplo del Santo Prepucio acaba en 1984 con el robo de la última reliquia reconocida. Esta se encontraba en la localidad italiana de Calcata y su parroquia, cada 1 de enero, la sacaba en procesión.
Derogación de su culto
Aunque la historia del Santo Prepucio acaba en 1984 con el robo de la última reliquia, realmente, para la Santa Sede, esta historia finalizó en 1900, cuando derogaron su culto. ¿El motivo? Básicamente porque les estaba dando más quebraderos de cabeza que beneficios.
Y es que como os decía al principio, esta reliquia generó uno de los debates teológicos más controvertidos y divertidos (para mi gusto, claro) de la Iglesia.
Imagino que a estas alturas de la vida decir que Jesús murió crucificado, resucitó a los tres días y posteriormente ascendió al cielo, no es ningún spoiler, ¿verdad? Bien, pues todo el debate se centra en la siguiente pregunta: ¿Qué pasó con el prepucio durante la ascensión? ¿Ascendió o no ascendió? ¿ Jesús ascendió, completamente, en cuerpo y alma? ¿Al resucitar se le restauró aquello y ascendió con ello? Si ascendió en cuerpo y alma, ¿qué pintaba en la tierra un trozo de pellejo suyo? ¿La ascensión se podía considerar completa sin su prepucio?
El debate en torno al Santo Prepucio
¡Ah! Ya veo… Que todo esto os hace gracia. Ya, ya… Pues reíros, reíros, pero la «movida» teológica fue muy gorda. Unos mantenían que el prepucio era algo prescindible, más teniendo en cuenta que se lo habían quitado con 8 días de vida y que, por tanto, no tenía por qué ascender al cielo. Postura que me parece de lo más sensata, la verdad.
Sin embargo, otros teólogos sí que consideraban que cuando Jesús ascendió a los cielos lo hizo completo, con prepucio incluido. Entre ellos, me gustaría destacar un nombre, el de Leo Allatius. ¿Por qué? Porque en su ensayo titulado De Praeputio Domini Nostri Jesu Christi Diatriba lanzó una teoría que a mí me tiene loquísima, aunque no he podido confirmarla porque no he encontrado el texto original. Todo sea dicho. Pero si esta tesis es real, a mí me parece la guinda perfecta a toda esta estrambótica historia.
Según cuentan las malas lenguas, este señor, en dicho ensayo que se puede traducir como El Discurso sobre el prepucio de Nuestro Señor Jesucristo, mantenía que el prepucio de Jesús ascendió al cielo con él y que se expandió formando uno de los anillos de Saturno. No me digáis que no es muy loco todo…
Hasta aquí hemos llegado
Eso es lo que debieron pensar en la Santa Congregación para la Defensa de la Fe, la versión moderna y remasterizada de la Inquisición, cuando decidieron derogar el culto del Santo Prepucio en 1900. Y es que este tema se les estaba yendo, y mucho, de las manos. Así que aludiendo a que esta reliquia más que verdadera veneración, lo que generaba era más bien una curiosidad morbosa e irrespetuosa, cortaron el asunto a base de decretazo.
Al parecer, mediante el decreto 37-A, se declaró que «toda persona que hable, escriba o lea sobre el Santo Prepucio será considerada despreciable aunque tolerada; la Santa Sede se reservaba el derecho a excomulgar a quien lo hiciera de modo escandaloso o aberrante.» (Esta cita, tal cual, no la he podido encontrar. Es una reproducción de lo leído en las fuentes consultadas).
Así pues, visto lo visto, yo ya me planto aquí no vaya a ser que alguien tenga la tentación de chivarse y me excomulguen de verdad. Ahora, hermanos y hermanas, es vuestro turno. Tenéis la palabra. Contadme qué os ha parecido esta historia. ¿La conocíais? ¿Os ha resultado interesante? ¿Pensáis que me excomulgarán? ¿Tenéis comuniones ahora, en mayo? ¿Comulgaréis? Cuando lo hagáis, si es que lo hacéis, os plantearéis si la hostia consagrada, carne de Cristo, ¿va con o sin pellejo? ¿Os acabo de fastidiar todas las comuniones de vuestra vida? ¿Creéis que ahora sí que me he ganado la excominión?
P.d.: No pidáis mi excomunión que a mi madre le da un disgusto. Sería peor que no convertirla en abuela, y eso ya son palabras mayores… Porfa…
Fuentes:
Maria RIVERO dice
Hola:
Conocía lo justo sobre esa historia, aunque la verdad es que no sabía que hubiera dado para tanto ni, mucho menos, el debate que había suscitado a lo largo de los siglos. No me extraña que al final la Iglesia decidiera cortar con el problema de raiz, ya que se les podía haber ido de las manos y eso tenía mucho potencial para dar al traste con su imagen o para causar importantes divisiones. Y a principios del s. XX la Iglesia ya no estaba como para andar perdiendo feligreses por un prepucio, por muy santo que fuera.
Lo que me ha venido a la cabeza al leer tu relato son las clases de Filosofía que un profesor nos proponía y que iban bastante en relación con los debates teológicos en torno al Santo Prepucio y, ojo que, los debates se convertían en auténticas batallas por cuestiones como: ¿Podría Jesús haber salvado al mundo si hubiera venido en forma de calabaza en lugar de humano? Y no, no era una pregunta al azar, eran el tipo de debates medievales que traían de cabeza a la Iglesia.
Normal que hubiera tanto hereje por entonces, en cuanto un debate se les iba un poco de las manos, lo mejor era una acusación… ¡Y punto!
Por cierto que, algunas reliquias he visto a lo largo de mi vida, y de todas ellas lo que tengo es un recuerdo asqueroso, así que no creo que aporten mucho a la Iglesia en general y no pasaría nada si desaparecieran (bueno, tal vez buenos ingresos…)
En fin… qué disfrutes del puente, si es que eres de las afortunadas.
Saludos
Maryasexora dice
Hola María,
¡¿Hablábais de eso en Filosofía?! ¡Wow! Cómo me hubiera encantado asistir a una de esas clases… Nosotros nos limitábamos a las falacias lógicas, que no estaban mal, pero entre hablar de falacias y «calabazas salvadoras» pues…
Visto lo visto, se ve que en la Edad Media existieron grandes debates, jejeje.
Alguna que otra reliquia he visto también y comparto contigo ese sentimiento de asco.
Muchísimas gracias por el comentario y espero que tú también disfrutes del puente, si es que lo tienes…
Besicos.
Carla Mila dice
Magnifico post, para no variar. Sabía algo de la historia, pero no tanto.
Gracias por compartir tan interesante información. Muy curiosa.
Saludos y feliz semana
Maryasexora dice
Me podrán decir o atacar de muchas maneras con este post pero, como bien dices, nadie puede negar que es una historia de lo más curiosa.
Como siempre, gracias por la visita y el comentario.
Besicos.
Ester Álvarez G. dice
????? Ay que risas con el dichoso prepucio y ya lo de los anillos de Saturno me ha matao! Muy bueno el post. No tenía ni idea de esta curiosa historia, jaja. Por mí puedes estar tranquila que no te voy a excomulgar ?
Gracias por ilustrarnos ?
Maryasexora dice
Cuidadín, cuidadín, que si te lo tomas muy a cachondeo también pueden ir a por ti y con una excomulgada por esta historia ya tenemos más que suficiente, jajaja.
Gracias por la visita y espero que estés disfrutando de este puente o en su defecto, de este día festivo.
Besicos.
David Rubio Sánchez dice
¡Ostras! Bueno, como se suele decir había escuchado campanas pero no conocía el campanario. Me encanta esta sección y no entiendo a esos huters o como se diga. Nada de lo que cuentas en estos artículos es fruto de tu imaginación, sino de tu trabajo de documentación. Por tanto es conocimiento, y eso es algo que jamás de los jamases puede ser pecado.
Además, lo explicas con tanta gracia que consigues que el lector se quede irremediablemente atrapado.
La Fe, aunque no necesita de pruebas, siempre ha intentado dar verosimilitud a su relato a través de las reliquias, de algo tangible que convenza. Lo de los anillos de Saturno me ha dejado «chiripitifláutico». Un fuerte abrazo!!
Maryasexora dice
Gracias por tus palabras David. Ni este artículo, ni ninguno, son fruto de la imaginación, pero cuando tocas creencias tan profundas, pues suele saltar algún que otro exaltado, pero vamos, nada grave.
Es que a poco que tengas un poco de sangre en las venas y un par de dedos de frente, lo del anillo de Saturno te tiene que dejar perplejo.
Me alegra saber que has disfrutado leyéndolo. Eso es lo más importante.
Besicos.
Macarena Sierra www.elmundoconella.com dice
¡Hola Mary!
Ha sido genial tu exposición.
Yo siempre he sido bastante escéptica con respecto a cualquier tipo de reliquia y, por otra parte, bastante combativa respecto a la fe que se les profesa por el hecho de que, en cualquier Religión, las reliquias siempre han sido motivo de pugnas, guerras y luchas por el poder por encima de motivos de reflexión religiosa.
Todas las religiones, desde la antigua mitología, siempre han tratado de dar una explicación racional a cosas que no la tienen. Y una cosa es tener fe y otra no tener inteligencia.
Me gustaría dejar constancia de que soy católica practicante, pero como la Iglesia sólo me obliga a creer en dogmas de fe, prefiero creer en la esencia y dejo de lado «lo accesorio».
Y una última cosa. Si te excomulgan, por favor, no te chives de mi comentario.
Un abrazo
Maryasexora dice
Tranquila Macarena, tu comentario está a buen recaudo, jajaja.
Sinceramente, yo sí creo que hay algo más allá. En lo que no creo y, en más de una ocasión, me produce bastante rechazo, es en la Iglesias como institución y en todo el circo que hay montado a su alrededor.
Sobre las reliquias, pues bueno, no es más que otro negocio más dentro de este gran negocio que es la religión. Por lo menos en este caso, lo del Santo Prepucio me parece curioso y divertido.
Gracias por tu comentario.
Besicos
Mamanoleas dice
Qué genial aprender contigo. Muy interesante la historia del pellejo, jajaja. Ahora, que te excomulguen o no, no sabría qué decirte, ya se sabe que las sexbloggers somos unas pecadoras, y motivos no les faltarían, jajaja.
Besotes y gracias por estos artículos.
Maryasexora dice
jajaja, seguramente muchas nos reencontraremos en el infierno y eso lo tengo bastante asumido. Pero no me gustaría que me excomulgaran por el disgusto que se llevaría mi madre. Que me desprecien, pues bueno, tampoco tenía intención de invitarles a mi cumpleaños o nada parecido, pero que me excomulguen…
Gracias a ti por la visita, siempre.
Besicos.