Jugum penis fue un invento victoriano para acabar con la masturbación y todos los males y enfermedades que conllevaba.
A pesar de todos los beneficios que genera la masturbación nunca ha estado del todo bien vista. Ya sabéis, que si uno se queda ciego, calvo, bla, bla, bla.
Podemos decir que ha habido épocas en las que bueno, se dejaba pasar, y etapas en las que sufrió un verdadero acoso y derribo. Y la época victoriana fue de las segundas. Y es que al ya machacón discurso religioso se le unió la comunidad médica. Y de la misma manera que se sacaron de la manga la histeria femenina, también se sacaron, en este caso de la chorra, la spermatorrhea, espermatorrea.
¿Que qué es la espermatorrea? Pues una enfermedad que consiste en la emisión de semen, sin cópula, o en pérdidas seminales involuntarias y frecuentes de todo tipo.
¿La espermatorrea es lo mismo que las poluciones nocturnas? No, digamos que las poluciones forman parte de la espermatorrea, pero no son el todo.
¿Y cómo es que hasta ahora, propablemente, no habéis oído hablar de ella? Porque aunque en el siglo XIX fue todo un boom médico, con el paso del tiempo esta enfermedad fue perdiendo fuelle y no fueron pocos los que empezaron incluso a cuestionarse y replantearse la existencia de la misma.
La masturbación degrada al hombre
Vale, todo esto de la espermatorrea está muy bien pero, ¿qué tiene que ver con la masturbación? Pues que según el médico francés Claude François Lallemand, que dedicó gran parte de su vida al estudio y el tratamiento de esta enfermedad, la causa principal de la espermatorrea era la masturbación.
Para que nos hagamos una idea de lo bien considerada que tenía este hombre a la práctica del amor propio, se le atribuye la siguiente frase: «…degrada al hombre, envenena la felicidad de sus mejores días y devasta la sociedad.»
Pero no sólo se acusaba a la masturbación de ser la causa de la espermatorrea. Digamos que como esta era la enfermedad estrella del momento, fue la que más mala fama le dio. Pero, en esa época, se pensaba que el «vicio de la masturbación» producía debilidad de los órganos genitales y diversos desórdenes funcionales.
Sistemas antimasturbatorios
Así que por salud y apelando a la moral, se impuso una cultura del autocontrol. Pero por si el autocontrol fallaba, empezaron a inventar y desarrollar sistemas antimasturbatorios como el jugum penis.
El jugum penis es una especie de anillo doble para el pene. El anillo interno era el que se ajustaba al pene y el externo, dentado, era el que entraba en acción con la erección… Como podéis imaginar, al hincharse el pene con la erección, esta se bajaba rápidamente a la primera dentellá.
Pero el jugum penis no fue el único sistema antimasturbatorio que desarrollaron.
En 1889 James Bowen registró su «dispositivo para prevenir y controlar las descargas espermáticas involuntarias«, la patente US397106A. Una especie de gorro, capuchón abierto del que salen un par de cuerdas, cordones, cadenas… que acaban en un clip o cierre. Imaginad el típico gorro de fiesta de papel con la gomita elástica. Bien, pues esto es como si cortamos la gomita y en cada extremo del elástico ponemos una pinza.
La cosa es que uno se ponía el capuchón en el glande dejándolo holgadito y se ataba el cierre, la abrazadera, al vello púbico (sí, la pinza del elástico). Si durmiendo, se tenía una erección, al tensarse, la abrazadera tiraba y arrancaba vello púbico cortando el sueño, la erección y yo añadiría que hasta las ganas de vivir.
Pero como ya vimos en su momento, el sistema antimasturbatorio que más triunfó fue el cinturón de castidad. Los cinturones, carcasas metálicas y diversos dispositivos de jaula fueron el negocio del siglo, del Siglo XIX.
Fuentes:
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