En esta fecha tan señalada quisiera hablaros de los lupercales o lupercalia. Una de las fiestas más antiguas y «erótica-festivas» que celebraban los romanos el 15 de febrero.
Para lo más asiduos del lugar quizá os suene ya esta fiesta. Y es que cuando hablamos del origen de San Valentín la comentamos por encima. ¿Por qué? ¿Qué tiene que ver San Valentín con los lupercales? Que muchos consideran esta fiesta como el origen de San Valentín. Una cristianización de esta fiesta pagana romana.
Aunque también hay quienes apuntan a que la lupercalia era más bien un ritual carnavalesco y que, por tanto, tiene más que ver con los Carnavales que con San Valentín.
Sea como sea, aprovechando que este año ambas fiestas caen en la misma fecha, me ha parecido un buen momento para contaros esta festividad tan peculiar.
Origen de los lupercales
A pesar de ser una de las fiestas más antiguas y populares de Roma, no se sabe exactamente en honor a qué divinidad se hacía. Parece que el que tenía más papeletas era Fauno Luperco, la romanización del dios griego Pan, por aquello de que lupercales deriva del término lupus, lobo, animal que representa al dios Fauno, que tomó el sobrenombre de Luperco.
Pero es que además, el lobo es un animal clave en la creación de Roma. De hecho, según la leyenda, fue el mismísimo Fauno Luperco el que, tomando la forma de una loba, Luperca, habría amamantado a los gemelos Rómulo y Remo.
Fauno Luperco
Fauno era el dios del campo y de los bosques y el protector de la agricultura y los rebaños. Pero también era el dios de la fertilidad y la sexualidad masculina.
A Luperco se le dedicó un santuario o cueva sagrada cerca del monte Palatino. Justo la misma gruta en la que se dice que el pastor Fáustulo encontró a Rómulo y Remo.
En esa misma cueva, la Lupercal, es donde comenzaba el ritual de purificación. Porque los lupercales eran un ritual de fertilidad y de purificación.
Ritual
Como os decía, todo empezaba en la cueva dedicada a Luperco donde los sacerdotes sacrificaban una cabra y un perro. Con el cuchillo manchado por la sangre de esos animales, se ungía a los jóvenes de la élite romana que sobrevivían a la caza en el bosque durante el tiempo que duraba su iniciación a la edad adulta. A continuación, se les vestía con las pieles de esos mismos animales.
Otros autores, como Ovidio, indican que directamente iban desnudos, y armados con látigos de piel de cabra (hay que ver el partido que le sacaban a los pobres animalillos) y correteaban alrededor del monte Palatino azotando a todo el que se cruzase en su camino. Principalmente mujeres ya que creían que además de purificar, los latigazos eran «fertilizadores». Incluso algunas ofrecían directamente sus espaldas para ser azotadas.
Esta fiesta continuaba hasta bien entrada la tarde y la ceremonia finalizaba en un gran banquete con la carne de los animales sacrificados (lo dicho, lo que daban de sí los pobres) y regado con abundante vino.
Ese sería el fin de fiesta oficial. El extraoficial, el que sostienen las malas lenguas, es que entre tanto vino, desnudez y deseos de fecundación, muchas peticiones iban más allá de unos cuantos azotes y muchos lupercos se entregaban en cuerpo y alma a la causa de la fecundidad. Sobre todo en cuerpo…
Sean o no ciertas estas habladurías, la verdad es que esta festividad sí que estaba envuelta en cierto aire de erotismo.
¿Qué os parece?
Fuentes:
- Borja Méndz, noviembre 2019. El dios Fauno y el ritual de los lupercos. Representaciones de la desnudez masculina.
Carla Mila dice
No dejo de aprender cada lunes una cosa más.
Muchas gracias por compartir tan interesantes artículos.
Feliz semana!!
Maryasexora dice
Muchas gracias a ti por tu visita.
Besicos.
Oswaldo Mejía dice
Vaya, vaya. Que datos tan curiosos e interesantes.
Maryasexora dice
Gracias por la visita!
David Rubio Sánchez dice
¡Hola, Mary!
Jo, ¡qué maravilla de entrada! Desconocía esa fiesta y tradición que seguro terminaría como contaban las malas lenguas, que suelen ser bastante fiables, je, je, je…
Desde luego queda lejos el tono romanticoide actual con la semilla de este día. Un lujo paliar mi ignorancia en tantas cosas con entradas como esta. Un abrazo!!
Maryasexora dice
¡Hola David!
Si es que estos romanos sí que sabían divertirse…
Un placer tenerte por aquí.
Besicos.