Hace tiempo hablamos sobre el origen del vibrador y su relación con la histeria. Pues bien, resulta que esa información que di no era correcta. Así que toca entonar el mea culpa y corregir mi error.
Pues nada, resulta que ni este humilde blog se libra de las dichosas fake news. Pero como yo no soy política (¡Dios me libre!), no me da vergüenza admitir mi error, rectificar y enmendarlo en la medida de lo posible. Por eso estamos aquí.
Todo surgió hace unos meses cuando leí un tuit de Arola Poch en el que mencionaba este asunto. Para ser exactos, este tuit:
¿Conocéis esa historia de que los vibradores los inventaron los médicos victorianos para tratar la histeria? Es buena, ¿verdad? Pues parece que es ¡¡¡falsa!!!
Aquí os lo explico ⬇️ #sexhistoriahttps://t.co/rth6dhrU24
— Arola Poch (@arolapoch) March 18, 2020
Y como ella, yo también me sentí «engañá». ¿Por qué? Porque yo fui una de esas que se «comió con papas» la historia del origen del vibrador y la histeria. ¿No sabéis cuál es? Os la resumo.
Origen del vibrador y la histeria
No me quiero repetir contándoos nuevamente toda la historia porque el artículo que escribí sobre ello sigue estando disponible en la web. Pero por si no lo habéis leído o no sabéis de qué va la copla, os lo resumo.
Al parecer, como yo misma he contado, el vibrador nació en el siglo XIX para tratar la histeria femenina. Término abolido hoy en día pero que en esa época estaba en pleno apogeo. ¿Por qué? Porque esta «enfermedad» era un comodín. Servía para todo. Desde un dolor de cabeza hasta una ansiedad. Todo era susceptible de ser un síntoma de la histeria. Como os podéis imaginar, con estos criterios, era una enfermedad muy común. Estaba a la orden del día, vaya.
¿Cómo se trataba? Con masajes relajantes. Pero no de espalda. Se aplicaban en la vulva hasta conseguir un «paroxismo histérico». Sí, esto significa exactamente lo que estáis pensando. Un orgasmo.
Este tratamiento que, en principio, suena muy apetecible, tenía un par de inconvenientes. El primero es que las sesiones podían ser excesivamente largas, hasta casi una hora. Y el segundo, es que al final de la jornada laboral el señor doctor acababa con la mano destrozada. Para solucionarlos, en 1880, el doctor Joseph Mortimer Granville inventó el primer vibrador eléctrico. «El martillo de Granville».
Y esta sería la historia del origen del vibrador. ¿El problema? Que parece ser que es falsa.
La tecnología del orgasmo de Rachel P. Maines
¿De dónde sale esta historia entonces? De La tecnología del orgasmo, un libro de Rachel P. Maines.
Rachel es una académica especializada en historia de la tecnología que se interesó por este tema mientras buscaba información sobre arte textil. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Que mientras rebuscaba entre revistas de moda antiguas tendencias de diseño de moda, le echaba una hojeada a la publicidad de las mismas. Y de esta manera se topó con los anuncios de la época.
Cuando vi los anuncios de vibradores de 1906 con aparatos muy parecidos a los artefactos que ahora se venden a las mujeres como auxiliares para la masturbación, mi primera idea, como dije, fue que era imposible que esos aparatos tuvieran el mismo uso que los que se venden a través de las páginas del Companion. La segunda idea fue que en1906 aún no había ningún tipo de aparatos eléctricos para el hogar. Texto extraido de La tecnología del orgasmo.
En un principio ella siguió con sus investigaciones «de aguja e hilo», en parte, porque sabía que hablar sobre vibradores le podía costar el trabajo. Temor que se vio confirmado cuando perdió su trabajo en la Universidad de Clarkson tras la publicación de su primer artículo sobre los vibradores. Pero a pesar de todo, la semillita de la curiosidad ya estaba plantada. Tanto es así que empezó a tirar del hilo y al final acabó escribiendo este libro en 1999 tras diecinueve años de indagaciones.
Este libro fue galardonado por la Asociación Histórica Americana con el premio Herbert Feis en 1999, fue reseñado en varias revistas académicas y se convirtió en libro de referencia.
Hallie Lieberman plantea las dudas
Pasaron los años y como todo el mundo dio (dimos) por sentado que esta historia era cierta, fue replicada una y otra vez en distintos medios, incluyendo este modesto blog. Tantó llegó a calar la idea del origen del vibrador como tratamiento para la histeria que inspiró hasta una obra de teatro y una película.
Pero a finales de 2017 comenzó a cuestionarse tan curioso origen. En concreto lo empezó a cuestionar Hallie Lieberman, escritora e historiadora de sexualidad, mientras se documentaba para su libro «Buzz: The Stimulating History of the Sex Toy«.
Ella tomó como punto de partida para su libro el de Maines y empezó a consultar las fuentes de esta. Y, ¡oh, sorpresa! No encontró nada sobre el uso de vibradores por parte de los médicos para curar la histeria. Y no penséis que realizó una búsqueda a la ligera. No, ni muchos menos. Junto con Eric Schatzberg realizó una investigación exhaustiva de todas y cada una de las fuentes de Maines: A Failure of Academic Quality Control: The Technology of Orgasm.
A Failure of Academic Quality Control: The Technology of Orgasm.
¿Y a qué conclusión llegaron con este estudio? A la siguiente:
There is a bit of circumstantial evidence that a few physicians and midwives may have practiced genital massage before the 20th century, but the evidence does not support the claim that genital massage was ever a “staple of medical practice». When it comes to the second, core part of the argument, that physicians used vibrators to mechanize the process of genital massage to orgasm, there is not one shred of evidence that this practice ever occurred.
Básicamente que no hay evidencias de que el masaje genital fuese una práctica médica habitual, aunque no descartan que se realizara de manera puntual, y muchísimo menos de que los médicos utilizaran los vibradores para este tipo de masajes.
¿Qué dice Rachel P. Maines de toda esta polémica?
Pues que nunca dijo que tuviera pruebas de que esta teoría fuese real. Que el argumento planteado en su libro era solo una hipótesis.
Yo no le puedo ni dar ni quitar la razón a Lieberman y Schatzberg porque no he leído ni una de las fuentes del libro de Maines y, por tanto, no sé si lo que dicen es verdad o no. Pero sí puedo decir que más que una hipótesis, lo que argumenta Maines en su libro son más bien afirmaciones. O, por lo menos, esa es mi impresión ante frases de este tipo:
Cuando surgió el vibrador como un instrumento médico electromecánico a fines del siglo xix, evolucionó a partir de tecnologías de masajes anteriores en respuesta a la demanda de los doctores de terapias físicas más rápidas y eficientes, sobre todo para la histeria.
…
El vibrador electromecánico, inventado en la década de 1880 por unmédico británico, representó la última de una larga serie de solucionesa un problema que había plagado a los practicantes médicos desde la antigüedad: un masaje terapéutico eficaz que no fatigara al terapeuta ni exigiera habilidades difíciles que tardaban mucho tiempo en ser adquiridas.
¿Qué podemos aprender de todo esto?
A no dar por sentado nada y asumir que errar es de humanos y rectificar es de sabios.
No sé si este artículo llegará a mucha gente o no pero, por lo menos, me quedo más tranquila con esta rectificación sabiendo que no contribuyo a seguir extendiendo un mito. En el artículo original se pondrá una nota y el enlace a esta actualización para evitar confusiones.
Carla Mila dice
Equivocarse de humanos, rectificar de sabios.
Pero el artículo es genial.
Buena semana
Un saludo
Maryasexora dice
Muchas gracias.
Igualmente. ¡Feliz semana!
Besicos.
Ester Alvarez G. dice
Un tema complejo este… Ya había leído algo al respecto y la verdad es que a mí no me queda nada claro, puesto que si ese no fue el origen del vibrador, ¿cuál fue? Creo que la realidad es que, por mucho que queramos, es difícil saber qué es real y qué no O_O
En cualquier caso, gracias por contarnos, e intentar aclarar este embrollo. Un besito! 😉
Maryasexora dice
Pues tampoco tengo muy claro cual fue su origen pero parece que Maines sí que ha reconocido que ella solo lanzó esta hipótesis que todos, hemos dado por válida. Aunque yo ya también dudo de todo, la verdad.
Gracias por la visita y por tu comentario.
Besicos.