Volvemos con una de vuestras secciones favoritas: el origen de las expresiones sexuales. Y como estamos en plena cuesta de septiembre, lo hacemos con un post dos por uno. Dos expresiones por el precio de una. Acompañadme a descubrir el origen de viejo verde y echar una cana al aire.
Viejo verde
A pesar del chiste fácil, cuando decimos que alguien es un viejo verde o viejo rabo verde, como se dice en México, no queremos decir que se parezca a Yoda. No es que estemos hablando de un señor mayor de color verdoso. Llamamos viejo verde a un hombre mayor, maduro o anciano que coquetea o piropea a una chica (o chico) mucho más joven que él de una forma un tanto lasciva, obscena, soez… vamos, que lo hace de una forma bastante desagradable. Aunque, en términos más generales, se suele aplicar a aquellas personas ya entraditas en años que «muestran una lujuria impropia de su edad».
¿Esto siempre ha sido así? Pues no. Porque como bien nos cuenta Alfred López en su libro Ya está aquí el listo que todo lo sabe de SEXO, en un principio, este término no tenía la connotación negativa que tiene hoy en día. Y es que, tradicionalmente, además de asociar el color verde con algo que no está maduro, también se relacionaba con la vitalidad, vigorisidad… Por ello, originariamente, viejo verde se utilizaba para definir a aquellas personas mayores que, a pesar de su edad, aún disfrutaban de una vitalidad y lozanía más propias de la juventud.
Entonces, ¿cuándo se le da la vuelta al término? Pues, como nos indica Alfred, es a partir del siglo XVIII cuando se le empieza a otorgar el tono peyorativo que mantiene hoy en día. Sin embargo, existe una leyenda urbana que otorga, un siglo antes, «el honor» de ser considerado el primer viejo verde (en términos peyorativos) de la historia a Enrique IV de Francia.
Enrique IV de Francia, el primer viejo verde de la historia
Digamos que Enrique hizo buena gala de su apellido: Borbón. Algún día hablaremos de los Borbones y el sexo que da para una sección entera del blog… Pero de momento, sigamos con esta anécdota.
Enrique se casó dos veces y tuvo seis hijos. Todos ellos fruto de su segundo matrimonio con María de Médici. Con su primera mujer, Margarita de Valois, no obtuvo descendencia. Pero estos seis son tan sólo los hijos oficiales, porque como os decía, como buen Borbón que era, se dice, se cuenta, se rumorea, que la prole extraoficial, entre hijos ilegítimos reconocidos y no reconocidos, asciende a cerca de veinte. Con estas cifras, os podéis imaginar que al bueno de Enrique le gustaban bastante los placeres carnales y, en concreto, la carne freca.
Al parecer, le gustaba vestir de verde porque decía que era un color que le favorecía. De hecho, por ese gusto por vestir de verde, se le empezó a conocer como «Vert Galant», algo así como el galán verde. Y, según cuenta la leyenda, de esa guisa vestido, solía acudir a un parque de la isla de la Cité en París donde, además de disfrutar del paisaje, disfrutaba de la compañía de chicas jóvenes.
El rumor de los paseos (y de lo que no eran paseos) por el parque llegó a oídos de la Corte española, donde no le tenían mucho aprecio, y se empezó a utilizar y generalizar el término «Vert Galant», para referirse a aquellos caballeros ya maduros que disfrutaban demasiado de la joven compañía femenina como nuestro Enrique.
Echar una cana al aire
Aunque esta expresión se puede utilizar para indicar simplemente que se va a realizar una actividad divertida y un tanto atrevida, que se va a vivir una «aventurilla», normalmente, se suele entender que esa «aventurilla» va a tener un carácter sexual y se va a llevar a cabo con alguien que no es la propia pareja o miembro de la relación.
Ya sabéis que en muchas ocasiones, saber de dónde surge una expresión o dicho es complicado. Pero en este caso, parece que hay bastante consenso sobre el origen de echar una cana al aire. Todo parece indicar que esta expresión nace de ese acto (tentador) de arrancarse esas primeras canas que nos van apareciendo con los años. Y, ¿por qué solemos caer en esa tentación? Por esa utopia de querer parar el tiempo, frenar el paso de los años, intentar seguir aparentando que somos jóvenes, en definitiva, de intentar rejuvenecer.
Pues bien, este expresión sería una metáfora de esa acción. Mantener una relación fuera de la pareja sería el acto de quitarse una cana, de vivir una correría que te rejuvenezca. Aunque ya os digo yo que los años pasan sí o sí, y malo cuando no lo hacen. Así pues, dejemos de arrancarnos canas y de echarlas al aire. Mejor teñirlas y vivir otro tipo de aventuras o asumir y disfrutar el paso del tiempo dejándolas donde están.
Y hasta aquí esta nueva entrega del origen de las expresiones sexuales. Como siempre, espero que haya sido de vuestro agrado. Nos leemos la semana que viene.
Fuentes:
Ester Álvarez G. dice
Genial como siempre!! 😉
Me encantó lo de Yoda, jaja 😀
Besitos!
Maryasexora dice
¡Gracias! Como siempre.
Jajaja, ya sabes, siempre tengo que colar alguna chorradilla marca de la casa.
Besicos.
Alfred López dice
Muchísimas gracias por la cita y enlace 🙂
Maryasexora dice
Gracias a ti por ilustrarnos con ese magnífico libro.
Besicos.
David Rubio Sánchez dice
¡Cómo echaba de menos esta sección! Me ha sorprendido el origen de la expresión «viejo verde», nunca habría imaginado que detrás hubiera una persona real, en ambos sentidos. Un abrazo, Mary!
Maryasexora dice
Me alegro mucho cuando os descubro algo nuevo.
Gracias a ti por la visita.
Besicos.