El preservativo masculino es uno de los anticonceptivos más antiguos de la historia. En este pequeño repaso de la historia del preservativo, veremos cómo ha evolucionado pasando de pieles de animales al látex.

Historia del preservativo masculino
La anticoncepción
La historia del preservativo va ligada a un concepto que, si no es universal, al menos sí es bastante común: evitar que la cigüeña llame a tu puerta. Vamos, está relacionado con la anticoncepción.
Desde el principio de los tiempos, la humanidad ha buscado métodos para controlar la natalidad. El problema es que las soluciones que surgieron fueron… bueno…. varipintas. Para que te hagas una idea, veamos algunos ejemplos.
Ideas mágicas
Los «consejos de la abuela» de toda la vida. Ese tipo de trucos, creencias o supersticiones que se transmiten de generación en generación, sin saber muy bien de dónde salen y, por supuesto, sin ninguna base científica.
Lo más curioso de estos trucos caseros, es que dependiendo de la familia de cada cual, la misma acción puede servir tanto de método para lograr el embarazo como para evitarlo. Un ejemplo sería la fórmula del tipo: tienes que estornudar (u otra actividad random) tres veces después del coito.
Ungüentos y objetos en la vagina. Un cóctel de lo más original y excatológico
Aquí tiene cabida casi cualquier cosa que se te pase por la cabeza y entre por la vagina: vinagre, miel, plantas varias, excrementos de cocodrilos 🤦🏻♀️… Las consideraciones higiénicas y sanitarias, ya tal.
Aristóteles
Historia animaliumTapar el pene
En este tema, por lo que sea, los hombres no fueron tan creativos con sus propios métodos anticonceptivos y se limitaron a hacer uso de las materias primas que tenían más a mano: tripas de animales.
Los primeros preservativos
Los primeros intentos anticonceptivos masculinos
Mientras que a nosotras se nos aplicaba cualquier cosa, en el caso de los hombres, las intentonas anticonceptivas fueron bastante más sencillas y algo menos escatológicas, todo sea dicho.
La solución más común era el uso de tripas de animales. Estas se utilizaban como una especie de funda primitiva. Básicamente, se ataba una de las puntas de las tripas, se hacía una especie de «funda de pene» y listo, ahí tenías tu protección.
Que sí, que lo de las tripas de animales tampoco es que suene demasiado salubre, pero hay que reconocer que sigue dando bastante menos asquito que lo del excremento de cocodrilo, ¿o no?
Los preservativos más antiguos de este tipo, que se conservan hoy, son de hace 450 años. Pero utilizarse, lo que se dice utilizarse, se utilizaban bastante antes… La primera mención a un preservativo se remonta al 3000 a.C. A la leyenda de Mino, rey de Creta.
La leyenda del preservativo del Rey Minos
Minos, hijo de Zeus y de Europa, era el rey de la isla de Creta y estaba casado con Pasifae (la del origen de la expresión poner los cuernos), con quien tuvo 8 hijos. Pero como Minos era digno hijo de su padre, las infidelidades a Pasifae eran más que habituales.
Un día, Pasifae, harta de las infidelidades de su marido, le hechizó para que cuando estuviera con sus amantes, en vez de eyacular semen, eyaculara serpientes y escorpiones y, de esta manera, provocar la muerte de sus amantes. Minos consiguió librarse de esta maldición poniéndose en el pene vejigas de cabra. Y este sería el primer registro histórico del uso de un preservativo.
La historia del preservativo moderno y la sífilis
La primera descripción que se hizo de un preservativo en la historia fue en 1530. En ese año se publicó un tratado sobre la sífilis escrito por Gabrielle Falloppio titulado: De morbo gallico.
Falloppio era un anatomista y médico italiano que dedicó este tratado, De morbo gallico, a la sífilis. En él explicaba su origen, las causas y el modo de curarla. Y por primera vez, la trató como un problema social, como algo que podía afectar a cualquiera, ya que hasta aquel entonces, sólo se asociaba o se pensaba que afectaba a determinados grupos sociales como los soldados y las prostitutas. Es decir, a los grupos más promiscuos.
Esta «democratización» de la sífilis hizo que el miedo a la misma también se generalizase y fuese necesario un método para protegerse de ella en particular, y de otras infecciones de transmisión sexual en general.
Con esa vocación de prevención, más que de contracepción, es como aparece por primera vez en la historia la descripción de lo que entendemos por un preservativo. En concreto, lo describió como una funda de lino con hierbas hervidas que se ajustaría al pene. Eso sí, esta funda no sería de usar y tirar como los de hoy en día. Este preservativo era de uso continuo. Se usaba, se lavaba (o eso espero) y se guardaba hasta la próxima.
Mejoras posteriores: del caucho al latex
Preservativo de caucho
Estos preservativos nacen en el siglo XIX gracias a Charles Goodyear y su descubrimiento: la vulcanización. Sí, este Goodyear es el de los neumáticos, pero no, la vulcanización no tiene nada que ver con Star Trek.
La vulcanización es un proceso en el que se calienta caucho con azufre y da como resultado un material mucho más resistente y flexible. Goodyear llegó a este descubrimiento por accidente cuando se le cayeron unos trozos de caucho mezclados con azufre sobre la estufa y descubrió que el caucho no es que se fundiera, sino que se carbonizaba y se convertía en una goma que sin perder su elasticidad original, era mucho más resistente e impermeable que el caucho.
De ese material, entre otras cosas, se empezaron a hacer los neumáticos y los preservativos de goma. Aunque estos primeros preservativos eran bastante gruesos y seguían siendo de uso continuo.
Preservativos de latex
No fue hasta principios del siglo XX cuando se crearon los preservativos tal y como los conocemos hoy: preservativos de látex. Este hito fue gracias a Frederick Killian. Él revolucionó la fabricación de los mismos introduciendo el latex como materia prima. Este nuevo material permitió que fuesen más finos y más resistentes que los de caucho. La otra novedad es que estos sí que ya estaban pensados para ser de usar y tirar.
Y desde entonces, aunque no han vuelto a ocurrir grandes hitos, creo que la oferta de preservativos masculinos que tenemos hoy en día es bastante amplia y apta para todos los públicos: extrafinos, de sabores, veganos, con estrías, sin latex, para ponerse antes de la erección… En fin, que los hay para todos los gustos y de todos los tamaños. Así que no quiero ni una excusa para no utilizarlos, que si hace siglos eran capaces de ponerse en el pene tripas de animales «desinfectadas previamente» con leche, con la gama y calidad que hay hoy en día no hay excusas…
Atribuciones:
La foto de portada es de Klaus Nielsen y pertenece al banco de imágenes Pexels con licencia de uso gratuito CC0.
Artículo redactado 100% libre de IA, casi libre de inteligencia pero con un 100% de humanidad.
Fuentes:
Reyes-Martí, L., Larrosa-Domínguez, M., & De Molina-Fernandez, I. (2023). Historia de la anticoncepción y planificación familiar: una revisión narrativa. Cultura de los Cuidados (Edición digital). Enlace al artículo.
Caramba con los consejos de la abuela. Y curiosos los medios para introducir en la vagina esas mezclas!. No me extraña nada ahora el descontrol de la natalidad de décadas pasadas.
Como siempre…..muy muy interesante.
Así da gusto comenzar un lunes.
Saludos!!!
Y eso que sólo he mencionado por encima algunas mezclas, pero tela con la de cositas que se han llegado a plantear…
Y yo, como siempre, una vez más, te doy las gracias por tu visita.
Besicos.
Uy eso de los escorpiones y serpientes me ha dado yuyu O_O
Genial como siempre!
Besitos 😉
No me extraña, da mucha grimita.
Muchísimas gracias por la visita.
Besicos.
¡Qué grande, Mary! Me encantó conocer todas estas curiosidades acerca del, posiblemente, uno de los inventos que más vidas haya podido salvar.
Magnífica entrada, escrita con esa gracia y amenidad tan tuya. ¡Un abrazo!
¡Jó! Me vas a poner colorada. Muchísimas gracias por tus palabras David.
Besicos.
Hola Mary.
Te cuento de otro método que te puede servir para otra entrada. Me lo contó una ginecóloga. El DIU aparentemente procedería de un método con el que cuidaban a las Camellas en Arabia. Le introducían piedras en el útero para evitar la fecundación. Cosas de no creer.
Un abrazo
¡Uy! Pues gracias por el aporte. Me lo guardo e investigo sobre ello.
Un saludo.
Cómo me gustan estas entradas históricas y, sobre todo, contadas con tu chispa humorística, Mary.
Me he quedado alucinada con las ideas mágicas de los consejos de abuela … aunque pensándolo bien, seguro algunas de ellas seguirán apareciendo en las búsquedas de internet. Supongo que más de una se quedaría peñada con los ungüentos no solo por su ineficacia sino porque ¿de dónde sacas excrementos de cocodrilo? que ese animal no vive en cualquier país como la mosca, p.ej. jaja
Lo de las tripas de animales sí lo conocía pero no lo Goodyear y Frederick Killian.
Genial el post! Besos
¡Muchas gracias Erika!
Nunca subestimes la capacidad inventiva de los consejos de la abuela. Nunca. Y aunque no me he puesto a ello, seguro que tienes razón y por ahí deben de circular los métodos más peregrinos para evitar embarazos, de la misma manera que los hay para quedarse embarazada.
Besicos.