El preservativo masculino es uno de los anticonceptivos más antiguos de la historia porque, mal que le pese a algunos, la anticoncepción existe desde que el hombre es hombre. Hoy intentaremos hacer un pequeño repaso a su historia. ¿Me acompañáis?
Historia del preservativo masculino
La anticoncepción
Entendemos por anticoncepción cualquier método o dispositivo que se utiliza para evitar un embarazo. Esta necesidad de controlar la natalidad siempre ha existido. Ahora, otra cosa es que esos métodos fuesen más o menos eficaces, porque haber, hay de todo. A grandes rasgos y para que os hagáis una idea, me acabo de inventar esta clasificación de métodos anticonceptivos primigenios:
- Los basados en ideas mágicas. Los «consejos de la abuela» que no sirven para nada pero que, inexplicablemente, han ido pasando de generación en generación. Son esas ideas que no tienen ningún tipo de base o fundamento y que dependiendo de la familia de cada cual, curiosa y paradójicamente, esa misma acción puede servir tanto de método de fertilización, como de anticoncepción. Un ejemplo sería la fórmula del tipo: tienes que estornudar (u otra actividad random) tres veces después del coito.
- Ungüentos o introducción de objetos varios en vagina. En esta sección tiene cabida casi cualquier cosa que se os pase por la cabeza. Vinagre, huesos, plantas varias, excrementos… Sí, sí, habéis leído bien, excrementos. Según nos cuenta Salvador Cerezo en su libro Testimonios del pasado, en un papiro egipcio fechado hace casi 4.ooo años apareció esta «rica» receta: «La mujer mezclara miel con sosa y excremento de cocodrilo, todo lo cual acompañara de sustancias gomosas, aplicándose una dosis sobre la entrada de la vagina, penetrando hasta donde se inicia la uña». Es decir, en esta categoría, entraba todo aquello que se pensaba que podía hacer de barrera. Las consideraciones higiénicas y sanitarias, ya tal.
- Cubrirse el pene. La idea del preservativo masculino la tenían clara desde hace bastante tiempo.
Los primeros preservativos
Mientras que a nosotras se nos aplicaba cualquier cosa, en el caso de los hombres, las intentonas anticonceptivas fueron bastante más acotadas y algo menos escatológicas, todo sea dicho. Estas se limitaban a cubrir el pene con telas finas o tripas de animales. Que sí, que lo de las tripas de animales tampoco es que suene demasiado salubre, pero hay que reconocer que da menos asquito que lo del excremento de cocodrilo, ¿o no?
El caso es que los primeros preservativos masculinos tienen su origen en esta idea de atar una de las puntas de las tripas de un animal y colocársela en el pene. Y aunque los preservativos más antiguos que se conservan hoy en día en el Museo Británico de este tipo, son de hace 450 años, se dice, se cuenta, se rumorea, que ya se utilizaban bastante antes. Y cuando digo bastante antes, me refiero a muuuucho tiempo atrás. En concreto, a la Antigua Grecia.
La leyenda del preservativo del Rey Minos
Cuenta la leyenda que Minos, hijo de Zeus y de Europa, era rey de la isla de Creta. Minos estababa casado con Pasifae (la del origen de la expresión poner los cuernos), y con ella tuvo 8 hijos. Pero digamos que Minos tenía amor para dar y regalar, como su padre, y las infidelidades a Pasifae eran más que habituales. Tanto era así y hasta tal punto se le hincharon las narices a Pasifae que, repito, dice la leyenda, le hechizó para que cuando estuviera con sus amantes, en vez de eyacular semen, eyaculara serpientes y escorpiones y, de esta manera, provocar la muerte de estas mujeres. La segunda parte de esta leyenda nos cuenta que Minos consiguió librarse de esta maldición poniéndose en el pene vejigas de cabra.
Es cierto que esto que os acabo de contar, no es más que una leyenda. Leyenda de la que, encima, existe otra versión en la que Minos se libra de la maldición gracias a una especie de pócima y no por el uso de vejigas de animales. Por tanto, tomad esta historia como lo que es, como una leyenda. Sin más.
De morbo gallico
En lo que no existe duda alguna, es con respecto a la primera descripción que se hizo de un preservativo en la historia. Fue en 1654. ¿Por qué se sabe con tanta exactitud? Porque en ese año se publicó un tratado sobre la sífilis escrito por Gabrielle Falloppio titulado: De morbo gallico.
Sí, por si os lo estáis preguntando, este Falloppio es el mismo que el de las trompas. Falloppio era un anatomista y médico italiano que dedicó este tratado, De morbo gallico, a la sífilis. En él explicaba su origen, las causas y el modo de curarla. Y por primera vez, la trató como un problema social, como algo que podía afectar a cualquiera, ya que hasta aquel entonces, sólo se asociaba o se pensaba que afectaba a determinados grupos sociales como los soldados y las prostitutas. Es decir, a los grupos más promiscuos.
Esta «democratización» de la sífilis hizo que el miedo a la misma también se generalizase y fuese necesario un método para protegerse de ella en particular, y de otras infecciones de transmisión sexual en general. Y con esa vocación de prevención, más que de contracepción, es como aparece por primera vez en la historia la descripción de lo que entendemos por un preservativo. En concreto, lo describió como una funda de lino con hierbas hervidas que se ajustaría al pene. Eso sí, esta funda no sería de usar y tirar como los de hoy en día. Este preservativo era de uso continuo. Se usaba, se lavaba (o eso espero) y se guardaba hasta la próxima.
Mejoras posteriores
Preservativo de caucho
Estos preservativos nacen en el siglo XIX gracias a Charles Goodyear y su descubrimiento: la vulcanización. De nuevo, por si os lo estáis preguntando, sí, este Goodyear es el de los neumáticos, pero no, la vulcanización no tiene nada que ver con Star Trek. La vulcanización es un proceso en el que se calienta caucho con azufre y da como resultado un material mucho más resistente y flexible. Goodyear llegó a este descubrimiento por accidente cuando se le cayeron unos trozos de caucho mezclados con azufre sobre la estufa y descubrió que el caucho no es que se fundiera, sino que se carbonizaba y se convertía en una goma que sin perder su elasticidad original, era mucho más resistente e impermeable que el caucho.
De ese material, entre otras cosas, se empezaron a hacer los neumáticos y los preservativos de goma. Aunque estos primeros preservativos eran bastante gruesos y seguían siendo de uso continuo.
Preservativos de latex
No fue hasta principios del siglo XX cuando se crearon los preservativos tal y como los conocemos hoy: preservativos de látex. Este hito fue gracias a Frederick Killian. Él revolucionó la fabricación de los mismos introduciendo el latex como materia prima. Este nuevo material permitió que fuesen más finos y más resistentes que los de caucho. La otra novedad es que estos sí que ya estaban pensados para ser de usar y tirar.
Y desde entonces, aunque no han vuelto a ocurrir grandes hitos, creo que la oferta de preservativos masculinos que tenemos hoy en día es bastante amplia y apta para todos los públicos: extrafinos, de sabores, veganos, con estrías, sin latex, para ponerse antes de la erección… En fin, que los hay para todos los gustos y de todos los tamaños. Así que no quiero ni una excusa para no utilizarlos, que si hace siglos eran capaces de ponerse en el pene tripas de animales «desinfectadas previamente» con leche, con la gama y calidad que hay hoy en día no hay excusas… Andaaaaa no me seáis…
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Carla Mila dice
Caramba con los consejos de la abuela. Y curiosos los medios para introducir en la vagina esas mezclas!. No me extraña nada ahora el descontrol de la natalidad de décadas pasadas.
Como siempre…..muy muy interesante.
Así da gusto comenzar un lunes.
Saludos!!!
Maryasexora dice
Y eso que sólo he mencionado por encima algunas mezclas, pero tela con la de cositas que se han llegado a plantear…
Y yo, como siempre, una vez más, te doy las gracias por tu visita.
Besicos.
Ester Álvarez G. dice
Uy eso de los escorpiones y serpientes me ha dado yuyu O_O
Genial como siempre!
Besitos 😉
Maryasexora dice
No me extraña, da mucha grimita.
Muchísimas gracias por la visita.
Besicos.
David Rubio Sánchez dice
¡Qué grande, Mary! Me encantó conocer todas estas curiosidades acerca del, posiblemente, uno de los inventos que más vidas haya podido salvar.
Magnífica entrada, escrita con esa gracia y amenidad tan tuya. ¡Un abrazo!
Maryasexora dice
¡Jó! Me vas a poner colorada. Muchísimas gracias por tus palabras David.
Besicos.
Mirna dice
Hola Mary.
Te cuento de otro método que te puede servir para otra entrada. Me lo contó una ginecóloga. El DIU aparentemente procedería de un método con el que cuidaban a las Camellas en Arabia. Le introducían piedras en el útero para evitar la fecundación. Cosas de no creer.
Un abrazo
Maryasexora dice
¡Uy! Pues gracias por el aporte. Me lo guardo e investigo sobre ello.
Un saludo.
Erika Martin dice
Cómo me gustan estas entradas históricas y, sobre todo, contadas con tu chispa humorística, Mary.
Me he quedado alucinada con las ideas mágicas de los consejos de abuela … aunque pensándolo bien, seguro algunas de ellas seguirán apareciendo en las búsquedas de internet. Supongo que más de una se quedaría peñada con los ungüentos no solo por su ineficacia sino porque ¿de dónde sacas excrementos de cocodrilo? que ese animal no vive en cualquier país como la mosca, p.ej. jaja
Lo de las tripas de animales sí lo conocía pero no lo Goodyear y Frederick Killian.
Genial el post! Besos
Maryasexora dice
¡Muchas gracias Erika!
Nunca subestimes la capacidad inventiva de los consejos de la abuela. Nunca. Y aunque no me he puesto a ello, seguro que tienes razón y por ahí deben de circular los métodos más peregrinos para evitar embarazos, de la misma manera que los hay para quedarse embarazada.
Besicos.