Parafraseando a aquel: yo he venido aquí a hablar de mi parto. ¿Por qué? Pues porque de la misma manera que hay que denunciar la violencia obstétrica, creo que también es justo y necesario alabar y visibilizar el trabajo bien hecho. Porque no nos engañemos, lo malo abundará, pero lo bueno también, y merece ser contado. Así pues, Merche, Bea, este post va por vosotras.
Como ya sabréis (si es que leéis este blog, claro…), hace unas semanas en el post sobre sexo durante el embarazo, desvelé que estaba embarazada. Bien, pues ya no lo estoy. No lo estoy porque ya me he convertido en toda una MILF. ¡Ah! que no sabéis qué es eso de MILF. Pues es el acrónimo de madre que me follaría. Como ya no tengo abuelas y nadie me lo dice, pues me lo digo yo misma.
Bueno, reconduzco que me pierdo…
El caso es que cuando estaba embarazada, pues como que empecé a fijarme y a prestar más atención a asuntos que, hasta aquel momento, no me llamaban. Te das cuenta de todas y cada una de las embarazadas que te cruzas por la calle, de los carritos de bebés, de lo que llora el bebé de tus vecinos… Cuestiones que siempre han estado ahí, pero que parece que en ese momento se multiplican por mil y no puedes dar paso sin toparte con ellas. Bien, pues eso también me ocurrió con los artículos sobre la violencia obstétrica.
¿Qué es la violencia obstétrica?
Empecemos por el principio. ¿Qué es eso de la violencia obstétrica? Pues aunque no hay una definición «oficial», podemos decir que la violencia obstétrica es un tipo de violencia de género que se ejerce en el sistema sanitario. Normalmente, se produce durante el proceso de embarazo y la ejerce el personal sanitario que te atiende. Se puede dar en cualquier momento del embarazo, desde la gestación hasta el posparto, aunque suele ser más habitual en el momento del parto. Puede ser un abuso físico (episiotomías, el punto para el marido, cesáreas no justificadas…) o psicológico (burlas, lenguaje grosero y/o intimidatorio, humillaciones…).
La violencia obstétrica no es una leyenda urbana, ni la invención de nadie. Por degracia, existir, existe. Es más, la OMS llegó a reconocer esta mala praxis en 2014:
En todo el mundo, muchas mujeres sufren un trato irrespetuoso y ofensivo durante el parto en centros de salud, que no solo viola los derechos de las mujeres a una atención respetuosa, sino que también amenaza sus derechos a la vida, la salud, la integridad física y la no discriminación. Esta declaración reclama un accionar más enérgico, diálogo, investigación y apoyo en relación con este importante problema de salud pública y de derechos humanos.
Me acojoné (y mucho) leyendo cosas…
El caso es que, como os decía, empecé a leer y leer artículos sobre este tema. Es más, parecía que mi timeline de Twitter sólo se nutría de este tipo de noticias. Que si malos modos, que si episiotomías, que si el punto para el marido… En fin, que hubo un momento en que yo estaba realmente acojonada por el parto. No ya por el dolor que pudiera llegar a sentir en ese momento (¡Dios vendiga a quien inventó la epidural!), si no por lo que me iba a encontrar en el paritorio. Y digo en el paritorio, porque hasta ese momento, ni había vivido ninguna situación desagradable, ni me había sentido vejada en ninguna de las miles de revisiones por las que pasé, ni me realizaron ninguna prueba sin mi consentimiento, incluyendo la maniobra de Hamilton.
Maniobra de Hamilton
Por si no os suena de nada esta maniobra, se trara de una técnica que consiste en separar, introduciendo un dedo, las membranas de la pared del útero para estimular el comienzo del parto. Es una manera de inducir el parto.
Hay quien considera esta maniobra violencia obstétrica per se, porque es dolorosa y no tiene garantías. No es mi caso. Yo la consideraría así, como violencia, si se practicase sin informar o explicar en qué consiste y para qué se realiza, y/o sin avisar de que se va a llevar a cabo. Pero ese no fue mi caso. A mí se me explicó en qué consistía, el motivo por el que se hacía y, tras esto, se me preguntó si consentía en realizarla. Y acepté.
Es cierto que no es agradable porque es un poco molesta y que no tiene garantías, aunque en mi caso funcionó. Pero en su día, preferí optar por intentar inducir el parto así, a tener que ser ingresada pasada unos días para que me lo provocaran. Porque, para vuestro conocimiento, resulta que la placenta tiene «fecha de consumo preferente». Digamos que su punto óptimo está en la semana 40 de embarazo, a partir de ahí, va perdiendo calidad. La semana 41 te la dejan de margen, pero a partir de la 42 ya pierde vida útil y por eso los embarazos no van más allá de esa fecha. Y yo estaba ya rozando la fecha límite… Y al día siguiente de practicarme esta maniobra, rompí aguas y me puse de parto.
Un parto libre de violencia obstétrica
Puede que este post se os empiece a hacer largo, pero os aseguro que mi parto lo fue más. Por abreviar y no contaros las 21 horas de mi parto. Sí, sí, 21 horas… os haré un brevísimo resumen.
Me fui a urgencias a media tarde porque rompí aguas. Me dejaron ya ingresada y me pasé la tarde dando paseos (con ese ignominioso camisón de hospital público) pasillo arriba y abajo para ver si empezaban las contracciones. Las contraciones no dieron señales de vida hasta medianoche, justo cuando me fui a dormir. Tras un par de horas, me llevaron a la sala de dilatación. Y aquí, digamos que el personal del turno de noche, pues bueno, fue, vio y venció. Es decir, se limitó a hacer su trabajo y a tocarme un poco las narices hasta que tuvieron a bien ponerme la epidural. Este fue el único momento en que me sentí un poco ninguneada durante mi embarazo.
¿Por qué? Porque resulta que hay partos de primera, de segunda y de regional. Los de primera «son los de toda la vida»: vaginales, sin instrumentación y sin epidural. Los de segunda son para las que pedimos epidural. Y los de regional son las cesáreas. Y, ¡oye!, que allá cada cual con su filosofía de vida, pero si te estoy diciendo que yo sí la quiero, pues respeta la decisión de tu paciente, ¿no? El caso es que tras insitir varias veces y pasadas unas cuantas horas, por fin tuvieron a bien ponerme la epidural.
Merche y Bea entran en escena
El caso es que ya nos plantamos en el turno de mañana y ahí la cosa cambió bastante. De primeras, el turno entrante lo primero que hace es entrar en la habitación a saludarme y a presentarse. Lo segundo, es que me explican el motivo por el que no les convence demasiado la epidural, porque a veces falla y no se distribuye bien (como me pasó), pero que repetaban mi decisión e iban a subir la dosis para que no tuviera más molestias. Así, sí.
Y cuando llegó el momento cumbre, el de empezar a empujar, me estuvieron guiando en todo momento y explicándome cómo y la razón por la que lo tenía que hacer de esa manera y no de otra. Pero es que cuando ya fuimos al paritorio, tuvieron el detalle de dejarnos poner la música que nosotros quisieramos. Que sí, que esto es algo intrascendente, pero es un detalle que creo que no todos tienen, y a mí me permitió venirme arriba con la banda sonora de Juego de Tronos…
Pero bueno, lo más importante de todo el proceso del parto fue el mimo y el cuidado que tuvieron conmigo. Fue espectacular, de verdad. Me aplicaron agua caliente y me estuvieron masajeando la zona perineal para relajar la zona lo máximo posible, me indicaron cómo posicionarme y cómo empujar para evitar al máximo cualquier posible desgarro y/o daño en el suelo pélvico. De verdad, que el trato fue sensacional, ni un solo pero se le puede poner a su labor.
Gracias por vuestra labor
Por ello, porque merecen un reconocimiento y un agradecimiento público, como decía al principio, este post va por vosotras y por tantas otras profesionales cuya buena labor caerá en el olvido. Porque recordad que sí, que habrá profesionales que dejen mucho que desear, pero también los hay para quitarse el sombrero como Merche, y ante otros tantos profesionales que están empezando, como la residente Bea (que a estas alturas ya no será residente), que vienen pisando fuerte y con ganas de mejorar el trato de las pacientes.
Por último, os pediría que si alguna de vosotras también habéis tenido una buena experiencia en este aspecto, os animarais a contarlo. Porque de la misma manera que hay que denunciar las malas prácticas, no está de más dar voz y poner en valor el trabajo bien hecho.
María Rivero dice
Hola:
Creo que todas las embarazadas hemos sufrido algún episodio de violencia. Uno de los que más me marcó a mí fue hacia la mitad del embarazo: fui a consulta y la obstetra me puso fecha random para ecografia, en ese momento le dije que si me lo podía cambiar, que tenía otra cita y no llegana me soltó un: «a ver, que esto es importante» que me hizo sentirme la peor madre del mundo (y mi bebé aun no había nacido!!).
Pensándolo ahora que las hormonas han vuelto a sus niveles, su reacción fue exagerada y desproporcionada.
Por otro lado, a mí con las maniobras lo único que consiguieron fue hacerme mucho daño. .. Y Si Hay Partos De Primera, Segunda Y Tercera, el mio debió de ser de patio de colegio: cesárea con anestesia general!
Saludos! !
Maryasexora dice
Hola María,
lamento mucho lo que comentas. Creo que aún hay mucho trabajo que hacer con respecto al trato que recibimos por parte del personal sanitario. Es cierto que, a veces y por determinadas personas, te sientes más como una incubadora con piernas que una persona. Pero también es cierto que hay grandes profesionales que están intentando cambiar este panorama tan desolador.
La clasificación de los partos, es una clasificación que me he sacado de la manga en función de como muchas mujeres (sí, mujeres) hablan y cuestionan esto del parto. A mí me parece sorprendente que se infravalore una u otra forma de dar a luz, pero es algo que he ido oyendo y constatando a lo largo de estos meses de embarazo.
Besicos.
Carla Mila dice
Había escuchado el término, pero no conocía bien el significado.
Y es que contigo Mary…es un placer comenzar la semana. Sí, aprendiendo.
Mil gracias por compartir.
Saludos
Maryasexora dice
Gracias a ti por la visita.
¡Feliz puente Carla!
Besicos.
Ester Álvarez G. dice
Me alegra que te animaras a hablar del tema de la violencia obstétrica, pero sobre todo que tu experiencia fuera positiva y es cierto que, como bien dices, también hay que destacar cuando se hace un trabajo bien hecho. 😉
Maryasexora dice
La verdad es que no me puedo quejar del trato recibido durante todo el parto. Siempre hay cosillas, maneras o detalles que se pueden mejorar, pero creo que ha sido bastante correcto durante todo el proceso. Y desde luego, la labor de ambas matronas merecía, como mínimo, un reconocimiento público.
Besicos.
David Rubio Sánchez dice
Lo primero, por supuesto, es ¡muchísimas felicidades, Mary! Me alegra que todo haya salido bien y disfrutes de tu bebé.
La verdad es que este termino no lo había escuchado nunca. Aunque es verdad, que cuando estás de embarazo, las antenas parecen tener una conexión que captan cualquier cosa relacionada con el parto. Y no te digo el primer año del bebé. Cuando se hacen mayores parece que esas noticias desaparecen de tu radar de información.
La verdad es que tuve suerte con mis dos hijos. Con el primero, mi mujer rompió aguas a las tres de la mañana justo un mes antes de lo previsto. Así que el parto fue casi un visto y no visto. Con el segundo, se retrasó una semana, tuvimos suerte con el ginecólogo. Un tipo ya mayor que no te ingresa si no estás de parto, aunque te haya llegado la fecha. Era un viernes cuando debíamos ingresar, pero lo vio todavía arriba. Nos dio hora el lunes, llegamos a las once, le realizó esa maniobra que comentas y en menos de una hora ya lo teníamos en brazos.
Mi mujer también repite que el mejor invento de la historia es la epidural. Bueno, que ya me enrollo, pero estos temas son como cuando hablas de la mili, je, je, je,
Un fuerte abrazo y reitero mis felicitaciones por tu bebé.
Maryasexora dice
¡Muchas gracias David!
Es normal que cuando el tema no te toca de cerca, pues como que no prestas mucha atención al asunto y hay cuestiones que se te escapan, como puede ser la violencia obstétrica.
Me alegra saber que también os fue bien a vosotros.
Es que la epidural, es mucha epidural, jajaja.
Besicos.
Anónimo dice
Muchas felicidades Mary, Que disfrutes mucho de tu bebé, ahora empieza un tiempo precioso en el crecimiento de los niños, no te pierdas ni un minuto que el tiempo pasa y cuando te quieres dar cuenta ya son adultos…te lo dice uno que fue padre hace cuatro días y los «bebés» ya tienen 28 y 24 añitos jejeje.
Respecto al termino que mencionas, no lo habia oido nunca, pero si he oido otros … mala educación, prepotencia, falta de tacto, abuso de posición, etc. que mas o menos viene a ser lo mismo. Como en todos lados y oficios hay de todo, imbeciles, inutiles, listillos… pero como bien dices, también hay profesionales como la copa de un pino y nos vamos a quedar con eso.
De nuevo muchas felicidades, Mary.
Javier.
Maryasexora dice
¡Muchas gracias Javier!
Te haré caso e intentaré disfrutar al máximo. Gracias.
Todo eso que comentas sobre prepotencia, mala educación… forma parte de este concepto.
Esa era la idea del post, que sí, que malos profesionales hay en todas partes, pero también los hay como la copa de un pino, como bien dices, y hay que mandar también este mensaje de esperanza.
Un saludo.
Erika Martin dice
¡¡Enhorabuena, Mary!!
Afortunadamente tuviste un buen parto y todo salió bien. Espero que te recuperes rápido y que disfrutes mucho de tu bebé.
Sí que había oído hablar de este tipo de violencia. Las historias que cuenta la gente en los hilos de Twitter son escalofriantes. Hasta se te quitan las ganas de quedarte «preñada». Quizás es que tendemos a más a quejarnos (hablo ya en general) que a dar reconocimiento a los buenos profesionales. Has hecho muy bien en contar tu experiencia.
Un besote
Maryasexora dice
¡Muchas gracias Erika!
Por eso mismo quise hacer este post, porque como tú, lo que leía me ponía los pelos de punta y como he comentado en el artículo, hubo momentos en los que me daba bastante miedo el trato que pudiera recibir o lo que me podrían llegar a hacer el día del parto. Y como dice mi madre, es de bien nacida ser agradecida, así que no cuesta nada dar las gracias y dar un poco de esperanza frente a tanta mala praxis.
Besicos.